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escribe Juana Kenis
Es de noche y un hombre -un ladrón tal vez- se introduce
en un negocio ya cerrado. Es un local de venta de estampillas de colección.
Una vez adentro, el hombre busca algo. Cree estar solo, pero de pronto
lo sorprende la voz de Mr. Peckham, el dueño. El señor Peckham
está hablando por teléfono con "su excelencia"
y le comenta entusiasmado que en una lista de estampillas aparentemente
ofrecidas para la venta, se encuentra nada más y nada menos que
un penique Mauritius. Rojo. 1847. ¿No
es increíble? Mientras habla, Mr. Peckham ve al intruso: "Oh,
Goodchild, muchacho, ¿estás aquí? Mirá, se
vende un penique Mauritius
" Sin decir palabra, Goodchild,
el empleado infiel, saca un revólver y lo mata.
Encontrar esa estampilla en ese listado, entre medio de un material que
no atraería ni a un niño aficionado a la filatelia es asombroso,
dice Cathy, que además de antropóloga cultural, es antropóloga
física y experta en filatelia. Pero para Steed, lo curioso es que
el asesinato parece relacionarse con otro, ocurrido tiempo atrás
en Roma. En esa ocasión, el asesinado andaba detrás de algo.
Steed no sabe bien de qué, porque el tipo murió antes de
decirlo, pero entre sus pertenencias se encontró un sobre y en
él, escrito, estaba el nombre de Mr. Peckham. El caso queda planteado.
A través de Goodchild, que intenta mandarlo hacia una trampa,
y más tarde con la ayuda de Mrs. Gale, Steed encuentra y desbarata
una organización siniestra cuyos miembros se comunican por medio
de mensajes ocultos tras inocentes listas de estampillas de colección.
¿Qué tipo de organización es esta? Una que ofrece
recomponer el liderazgo perdido, restaurar las tradiciones olvidadas y,
la frutilla del postre, la promesa de un destino glorioso para la Gran
Bretaña. Magnífico, porque como todos sabemos, lo que es
bueno para la gran Bretaña, es bueno para el mundo. Son neonazis
por supuesto, comandados por "su excelencia", Lord Matterley,
un personaje sólo conocido en el submundo en que se mueve por su
nombre de fantasía: el Penique Mauritius.
La historia es amena y se desarrolla con agilidad, aunque, como ocurre
casi siempre con los episodios de la "era
Cathy Gale", hay que verlo varias veces para encontrar el camino
entre la maraña de personajes y diálogos que caracteriza
a esta etapa de la serie. Steed y Cathy parecen haber firmado un precario
tratado de no agresión válido por tiempo limitado, como
se demostraría en los episodios siguientes. El tratado amenaza
con romperse en ocasiones, por culpa de ambos. Por culpa de Cathy, que
no pierde la desconfianza visceral que siente por todo lo que proviene
de Steed y se despacha con un "supongo que tendrás una
buena razón para interceptar una conversación telefónica
privada" cuando un Steed de mirada socarrona le comenta el caso.
Por culpa de Steed, que no pierde la ocasión de burlarse de Cathy
"la perfecta", por ejemplo cuando sin darse cuenta Mrs.
Gale compra por lo que no vale una intrascendente colección de
estampillas en una subasta infiltrada por los neonazis. Por supuesto,
Cathy le devuelve la gentileza
¿de qué manera? ¡Vean
el episodio!
El tema desarrollado en The Mauritius Penny merece unas palabras aparte,
porque es recurrente en Los Vengadores. En más de una ocasión,
Steed y compañía debieron enfrentarse a neonazis, que aparecen
más o menos desdibujados como en el presente episodio, o en The
Invasion Of The Earthmen, o abiertamente y sin sutilezas, como en
The Eagle´s Nest, un memorable episodio
de Los Nuevos Vengadores. Es posible que la
insistencia en el tema se debiera a la falta de creatividad de los ocasionales
libretistas. Pero también es posible que el asunto les preocupara.
Por supuesto, no es esperable que un espisodio de Los Vengadores se convierta
en un estudio sobre el pensamiento de individuos o grupos que ven un estado
de anarquía en la inestabilidad propia de la evolución y
un peligro en el abandono de ciertas tradiciones. Pero al menos la serie
da su opinión sobre las actitudes dictatoriales y racistas que
esos individuos o grupos adoptan ante lo que consideran un ataque no ya
personal sino global a sus creencias más sagradas: deben ser neutralizadas.
En la vida real los iluminados que enarbolan esas doctrinas son finalmente
derrotados, pero sus ideas no. De tanto en tanto éstas vuelven
a aparecer resurgiendo, como el ave fénix, de las cenizas que aquéllos
han dejado. Si observamos la serie en su conjunto concluímos que,
lamentablemente, ni siquiera Los Vengadores pudieron con la realidad.
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