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escribe Terylene
Desde que el genial Orson Welles dejó boquiabierto al mundo
del cine con su ópera prima "Citizen Kane"/"Ciudadano
Kane" en 1941, pareciera ser que todos los magnates han recibido
el genérico nombre "Kane." Es dudoso que Clemens haya
pretendido establecer más paralelos entre el personaje de Welles
y Horatio Kane, el anciano inválido con delirios de poder que ocupa
el puesto de despiadado villano en este episodio de Los Vengadores. Muy
posiblemente sólo haya traído el nombre a colación
como un modo de homenaje; después de todo, el Kane de Welles era
un magnate pero no un asesino en masa.
Lo cierto es que "Death At Bargain Prices," debut directorial
de Charles Crichton en Los Vengadores, además de un villano singular
que mucho recuerda al Dr Armstrong de "The Cybernauts," contiene
distintivos propios que lo vuelven sumamente interesante. Para los que
crecimos en los '60 y nombres como "Harrods" o "Gath &
Chaves" nos suenan a naftalina, "Pinter's" nos permite
redescubrir un retazo de nuestra vida, que hoy día los shopping
e hipermercados se han empeñado en hacernos olvidar definitivamente.
¿Con que así eran las tiendas por departamentos, eh?
Sin embargo, como en toda historia de Los Vengadores, esta department
store no podía ser un comercio ordinario, más allá
de que sus empleados fueran meros subordinados de sus superiores, como
solía ocurrir en estas tiendas de la vida real. Si bien la idea
de villanos secuestrando a un científico atómico para que
trabaje a sus órdenes en el armado de una bomba que será
utilizada para chantajear al gobierno, no es en sí novedosa, sí
aparecen descabelladas las circunstancias que rodean esta trama. Y ahí
sí, comienza a notarse que este episodio no puede confundirse con
el de cualquier otra serie, sino que sólo puede pertenecer a Los
Vengadores. Porque resulta que Kane no sólo ha buscado rodearse
de cuatro "idóneos" colaboradores cuya eficacia finalmente
fracasaría en manos de Steed y Emma, sino que ha maquinado su plan
desde su "morada" en el "Departamento de Líneas
Discontinuadas" ("¡Allí tendría que estar
Ud.!," le dice Emma a Steed). Por otra parte, los recibos de
la tienda no son más que tarjetas que "alimentan" la
computadora que controla la bomba; el diagrama que indica la computadora
es una reproducción exacta del dibujo que forma el piso indicando
el escondite de la bomba... y el toque más bizarro: la bomba explotará
ante la primera compra de un lavarropas. ¿Quién puede negar
que estamos en Avengerland?
La parsimonia con la que se mueve el episodio durante su primera media
hora, es abiertamente compensada con una magnífica interrelación
Steed-Emma, que como siempre, eleva la temperatura de los diálogos
a lo largo de todo el episodio. Él a ella: "Pregunté
dónde podía ubicarla y me dijeron: "Nuestra Mrs
Peel está en 'Ropa Interior'". Subí volando la escalera,
de a tres escalones." O si no, la conclusión a la que
llega el "dinámico y fogoso" Steed al ver cerrado
el ojo gigante que Emma tiene en la puerta de su departamento: "Demasiadas
trasnochadas..." Pero hay más, mucho más.
Y si a esto le sumamos el expectante clímax que alcanzan los 15
minutos finales del episodio, coronados por una pelea verdaderamente coreografiada
con la música, en donde Mrs Peel se deshace de uno de los "vendedores"
con su particular técnica de lucha ("feinting")
y Steed desvía magistralmente un cuchillo dirigido a él
con un bate de cricket, para luego abrir la puerta del ascensor que hará
detonar la bomba con una herramienta de ferretería... bueno, uno
concluye que "Death At Bargain Prices" es otro grande. No es
para menos: un extraño surrealismo que mezcla violencia con juguetes,
unas cuántas pinceladas de absurdo trazando una historia que de
otro modo hubiera resultado demasiado convencional para Los Vengadores,
una soberbia conjunción entre la pareja estelar y un excelente
elenco fundamentalmente masculino en este episodio constituyen
las bases de otra receta exitosa que no hay que dejar de paladear.
escribe Mackidockie
Cuando cada pieza del rompecabezas se encastra en su lugar se
logra un episodio como este, violento pero hilarante, cerebral pero ridículo,
con todo para convertirse en una perlita de colección. Al aparecer un
colega de Steed asesinado y con un recibo de la tienda Pinter fechado
en día domingo en su bolsillo (cosa que hoy en día no es nada raro pero
se ve que en esa época era sacrilegio trabajar el día del Señor), la cosa
se pone interesante, sobre todo porque el recibo corresponde a la sección
de bebés. Sin poder averiguar mucho en dicho departamento, y luego de
pasar por "orgullosos padres", Steed y Emma se caracterizan como cliente
entrometido y vendedora de lencería femenina, respectivamente (a la inversa
hubiera sido un espectáculo digno de verse ...). El dueño de esta tienda,
Horacio Kane, mejor conocido como el Rey Kane, idolatra tanto a su shopping
que vive en un penthouse en el último piso del mismo (cada loco ...).
Hasta ese lugar llega Steed, en calidad de experto en eficiencia (vieron
como es Steed, que va cambiando de papel en cada bloque del programa),
y luego de discutir sobre las ventajas del hombre y de la máquina con
Kane, su ayudante, Wentworth lo echa a patadas. En este episodio Emma
no se siente muy Cecilia Grierson que digamos, y deja que Steed se las
arregle con su ojo morado, para acudir en vez a la llamada de Jarvis,
el detective de la tienda, quien le informa que algo extraño esta pasando
(¡nooo!, ¿en serio?).
Jarvis poco puede decir sobre sus sospechas considerando que una lanza
clavada en su espalda le dificulta el habla. Al día siguiente, Emma intenta
avanzar en el tema del recibo, y grande es su sorpresa al encontrar encadenado
al Profesor Popple, un científico recientemente desaparecido. Lo malo
es que no alcanza a escapar, y cuando Steed va a buscarla le informan
que fue despedida (¡Emma es argentina!). Sospechando lo obvio, Steed se
infiltra en la tienda y la encuentra dentro de una alfombra enrollada
(los pensamientos que habrá despertado esa escena ...). Muy cerca se encuentra
Popple, quien les explica que los recibos son tarjetas que alimentan una
computadora atómica, o sea que la tienda es en realidad una bomba atómica.
Usando cuanto producto encuentran en su camino, Steed y Emma se deshacen
de los lacayos de Kane, pero aun falta el Rey (no, Elvis no), quien consigue
activar el elevador que al llegar al subsuelo hará detonar la bomba. En
el último segundo y con todas sus fuerzas, Steed frena el ascensor, en
una escena para comerse los codos ó apretarle fuerte el brazo al de al
lado (¡por un minuto temí que se agarrara un dedo con la puerta tijera,
pobre Steed, lo que le faltaba!).
Cuando ya pensaba que el episodio no podía ponerse mejor, luego de reírme
de Steed usando un gorro de cosaco y de Emma con su traje de chica espacial,
la cosa se pone buena con el juego de cricket que Steed improvisa usando
cuchillos y la pelea-baile con que Emma "hipnotiza" a su oponente. Buen
guión, excelente diálogos, acertada elección de una tienda como centro
de la acción, y unos villanos de primera. Para pensarlo dos veces antes
de trabajar en un shopping...
escribe Pablo Alonso
Un millonario de la "vieja era", postrado y disgustado
con el mundo moderno, decide utilizar la sucursal londinense de su cadena
de tiendas como receptáculo de una bomba atómica que detonará
para poner Inglaterra a sus pies, aplicando la ecuación dinero+rencor=megalomanía.
Como tantas veces, Emma tratará de averiguar desde dentro, infiltrándose,
y Steed tratará de frecuentar lo más posible el lugar en
busca de información sin levantar sospechas. Horatio "No tengo
nada que ver con Randolph Hearst" Kane, si bien se muestra resentido
con la cuestión actual desde el principio, no aparece como absoluta
fija para ser el mastermind ya que podría haber sido un
simple nostálgico como Sir Horace Winslip de The
Gravediggers ,aunque con peor genio. Las sospechas caen sobre el desagradable
Wentworth, quien se suele aprovechar del funcionamiento del ascensor para
atacar a sus enemigos (excesivas seis balas para el indefenso agente en
el teaser, una cobarde trompada a Steed más tarde). Al final,
ambos villanos protagonizarán un momento de verdadero drama, entre
la resignación de Wentworth ante la derrota y la última
salida por medio de la inmolación nuclear (arrastrando a todos
sus secuaces) para Kane, realzado por la omisión de música.
Si bien sabemos que no vamos a ver un gran hongo sobre Londres, la tensión
se mantiene hasta el final mientras Steed y Emma tratan de impedir que
se active la bomba (aunque el ascensor pasa demasiado lento, como partido
de futbol en animé) Los toques avenger están ahí,
como el uso de la zona de camping de la tienda como reunión de
los villanos que trabajan en la tienda, todos vestidos para acampar, dándole
un sentido lúdico a la cosa; y la pelea del final en el que utilizan
como armas gran parte de los productos en venta. A esta altura decir que
el diálogo Steed-Emma es de primera ya es reiterativo, aunque hay
algunas líneas que están entre las mejores de las series,
como la ya mencionada en prácticamente cualquier review sobre este
episodio.
Más allá del detalle de las diferencias de apreciación
del tiempo que llevaba desaparecido el Profesor Popple, un par de meses
para la vendedora Julie, y semanas para Emma, cuando siendo ésta
tan aplicada en esas cuestiones (como se la ve en este episodio, en sus
momentos libres, claro), tendría más lógica al revés;
lo único verdaderamente flojo del episodio es cuando Kane y Farthingale
le explican todo el plan a nuestros héroes. Está bien que
es una fórmula típica, pero aquí está ejecutada
de una manera tan seria-pero-ridícula, que si esta escena estuviera
insertada en una pelicula de Austin Powers, quedaría como una completa
parodia del género. Al menos la explicación no es tan superflua
como en el desenlace de Something Nasty In The
Nursery.
Incidentalmente, en lo que es una gran casualidad, ya que ambos se estrenaron
con dos semanas de diferencia entre sí, este episodio y el del
Get Smart! (El Super Agente 86, para los amigos) Our Man In
Toyland, tienen varias cosas en común: la acción se
desarrolla en una tienda que es utilizada por los villanos, las damas
(Emma y La 99) se infiltran como vendedoras, y la pelea final se lleva
a cabo con lo que encuentran en las estanterías. Los mejores escritores
que tuvo cada serie (Brian Clemens y la dupla Stan Burns-Mike Marmer),
pensando grandes ideas en simultáneo.
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