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escribe Terylene
Quien haya logrado descifrar la complicada trama de este episodio
con una sola mirada, que arroje la primera piedra. Enigmático como
pocos; sutil como la mayor parte de las historias de la temporada Peel
en blanco y negro; inquietante y macabro como para ser un cuento de navidad
y poseedor del más exquisito rapport entre su pareja protagónica,
"Too Many Christmas Trees" es, a los ojos de muchos entendidos,
el mejor episodio de Los Vengadores.
Nos hacemos eco de semejante distinción, sin más argumentos
de los pocos que podemos esgrimir. Cuando el espectador cae en la cuenta
de que sus razonamientos discurrieron por el camino equivocado durante
casi tres cuartos de hora y que el relato lo mantuvo expectante sin imaginar
qué características tendría el desenlace, no puede
menos que sacarse el sombrero para admitir que está en presencia
de una verdadera obra maestra. ¿No ha sido ese, acaso, el eje motor
de Los Vengadores? ¿Situarse a gran distancia de los lugares comunes
del espectáculo, dejando de lado lo trivial y previsible, y manejando
el elemento sorpresa con fluidez Hitchcockiana?
Cada vez que el abordaje de temas tales como la telepatía, la
percepción extra-sensorial y los experimentos psíquicos
es puesto en el tapete en series televisivas, el público queda
de algún modo enganchado. ¿Casualidad o consecuencia? Los
resultados pueden ser dispares, la forma de encarar el tópico puede
o no ser creíble, pero siempre estas temáticas han encontrado
una cómoda ubicación, particularmente, no sólo en
Los Vengadores, sino también en Los Nuevos Vengadores. Quizás
haya sido por obra y gracia de una excelente producción detrás
de cada uno de esos relatos. Quizás no. Sea como fuere, cuesta
aceptar que "Too Many Christmas Trees" no lleve la rúbrica
de Brian Clemens o Phillip Levene, ni la dirección de un James
Hill o un Sidney Hayers, quienes infaliblemente han estado al frente de
los mejores episodios Avengers. No obstante, al mismo tiempo resulta gratificante
comprobar que esta vez, otros nombres han estampado una marca de fuego
en el compendio que registra lo más brillante de la serie. Porque
hay que admitir que Tony Williamson y Roy Baker se sacaron chispas en
guión y dirección respectivamente.
Es precisamente esa soberbia conjunción entre ambos la que enciende
tantas escenas que sería arduo enumerar. Ejemplos hay de sobra,
pero el clímax logrado en el momento en que la intricada historia
comienza a develarse y en esa lucha final, que sólo vemos a través
de las cóncavas y convexas imágenes de esos singulares espejos--a
modo de realidad exquisitamente distorsionada--representan una síntesis
de lo mucho que podríamos decir.
Pero claro, gran parte del mérito de "Too Many Christmas
Trees" también se apoya en las interpretaciones, que incluso
van más allá de ciertos encasillamientos. Que Robert James
siga oficiando de mayordomo y villano, no es novedad en Los Vengadores.
Pero que Edwin Richfield nos entregue un Dr Teasel del lado de la ley,
nos deja sin palabras. Que Mervyn Johns personifique un Papá Noel
desfigurado ("particularmente desagradable," remarca
Steed) que sucumbe de un tiro delante de uno de los espejos deformantes,
deja sin mácula la propia imagen angelical de tan mítico
personaje--después de todo, él no es el Papá
Noel de nuestros años inocentes. Que Steed saque a relucir sus
cualidades de "artista" simulando ser la "víctima"
durante buena parte del episodio, es tan apasionante como descubrir que
Mrs Peel fue, inconscientemente, la primera damnificada del experimento
psíquico. Y que ambos nos desentrañen la clave del episodio
en medio de villancicos navideños (hay quien dice que Patrick Macnee
entona mejor aquí que en "Kinky Boots"--¡cierto!)
suena tan metafísico como surrealista.
Es que... no hay calificativos para "Too Many Christmas Trees"
que no recaigan en estos términos. Imposible es también
estereotipar un episodio en donde incluso por primera vez se hace mención
a alguna ex-socia de Steed (en este caso, Mrs Gale) mezclando realidad,
ironía y fantasía en un suculento cóctel, listo para
ser paladeado desde la pantalla. Aunque decir esto, es poco. "Too
Many Christmas Trees" es la más pura esencia de Los Vengadores.
Y allí está, 37 años después, desafiando incólume
el paso del tiempo. Un honor reservado exclusivamente para los grandes.
escribe Mackidockie
Episodio para convencerse de una vez por todas que Papá Noel no
existe y para hacerle caso a las abuelas y tomarse un vasito de leche
antes de ir a dormir. Sumergido en un profundo sueño, Steed experimenta
una pesadilla en donde participa su colega Freddy Marshall, en el papel
de muerto. Cuando al día siguiente se entera de que la misma se volvió
realidad, para levantarle el ánimo Emma lo invita a una fiesta en casa
del editor Brandon Storey, quien resulta ser un entusiasta de la obra
de Dickens. Grande es la sorpresa de Steed cuando al llegar a casa de
Storey nota que la decoración es idéntica a la de su sueño, pero lo que
él ignora es que dos telépatas, Trasker y Wade, están escondidos experimentando
con su mente como lo hicieron con la del malogrado Marshall. Ambos inducen
a Steed a buscar la almohada y a tener una pesadilla ambientada en Historia
de Dos Ciudades, la obra de Dickens cuyo protagonista es Sydney Carton,
personaje que Steed interpreta en su pesadilla tan pero tan bien que sufre
su misma suerte: morir en la guillotina. Al despertar, todo se vuelve
más confuso cuando a la mansión ingresa la misma mujer que lo ejecutó
en su pesadilla, la telépata Janice Crane, recién llegada para una fiesta
de disfraces navideña al estilo Dickensiano, a la que Steed concurre disfrazado
de Sydney Carton, mientras que Emma luce un exclusivo modelito de Oliver
Twist.
En el punto álgido de la celebración, y en un último intento de extraer
información de la cabecita de Steed, Janice organiza un juego de lectura
mental a lo Tony Kamo usándolo como asistente. Sospechando una trampa,
Emma rompe la concentración de Janice y de Steed y se dirige a interrogar
a su amigo Wade, pero es asesinado antes de que pueda develarle todo.
Preocupada por Steed, Emma acorrala al Dr. Teasel intuyendo su complicidad
en todo el asunto. Y como es mejor prevenir que curar, lo despacha con
un golpe certero antes de enterarse de labios de Steed que en realidad
él pertenece al bando de los buenos. ¡Ay, Emma, Emma!. Ya de vuelta en
sus cabales, y después de compartir un canto navideño para despistar a
los telépatas, Steed la acompaña a la biblioteca desde donde puede ingresarse
a la habitación que hace las veces de punto de reunión de Janice y compañía.
Atravesando ciertos obstáculos, como unos graciosos espejos distorsionadores
de la imagen, llegan hasta el cerebro detrás del engaño: el excéntrico
Brandon Storey (¡para los que no lo vieron, les arruiné el final!). Feliz
de poder volver a dormir y a roncar (¡!) como antes, Steed parte en su
"trineo" junto a Emma mientras desliza un muérdago por encima de sus cabezas
(¡Qué final, qué final!).
Si alguien me pregunta cual es mi episodio preferido enseguida respondo
Too Many Christmas Trees, y eso que no soy muy amiga de la Navidad.
El juego psicológico presentado aquí, en una tendencia claramente hitchcockiana,
unido a la amalgama de emociones y acciones que exhiben Steed y Emma (celos,
amor, preocupación, coqueteo desfachatado, cantos sonoros y otros más),
mas la excelente ambientación navideño-dickensiana, invitan a salir a
comprar un arbolito en pleno julio y a prepararse a que te griten "¡loco!"
por la calle.
escribe Pablo Alonso
Por consenso general uno de los mejores episodios de la serie,
es también uno bastante atípico. Nada de excéntricos,
nada de vueltas de tuerca sobre elementos típicos de la vida diaria.
En cambio, tenemos un episodio lleno de secuencias oníricas, tomando
ventaja a full de la fotografía blanco y negro, con una magistral
dirección (posiblemente la mejor en la serie entera) por parte
de Roy (Ward) Baker. También aparece el rey de los doppelgangers,
Edwin Richfield (cinco apariciones en total), en un rol ambiguo hasta
el desenlace; lo cual por supuesto no dice nada del nivel actoral de este
capítulo, ya que todas las performances son correctas, sin descollar
ninguna.
Las verdaderas estrellas son, además de la dirección, todos
los otros elementos que le otorgan un clima único (los decorados,
la música, el vestuario de la fiesta dickensiana, los dibujos b&w
en los sueños de Steed) y el interplay entre Diana Rigg y Patrick
Macnee, llenando de matices la relación Emma-Steed, de grandes
amigos a supuestos amantes, con escena de celos incluída.
Si bien el episodio (escrito por Tony Williamson, autor de algunas de
las mejores historias de la época Tara King, incluyendo el también
atmosférico Stay Tuned) es de los más opresivos,
tensos y cercanos al terror que dio la serie (con las escenas de Emma
encontrando el cadáver de Jeremy con el detalle de haber
sido cubierto por telarañas y el plano de Diana Rigg horrorizada
y la pelea del final en el salón de los espejos), también
hay varios momentos graciosos de la dupla protagónica, algunos
justo antes o en medio de la tensión. Too Many Christmas Trees
no es uno de los episodios que uno pondría como paradigma de lo
que se trataban Los Vengadores, pero sí un ejemplo perfecto de
la gran serie que fue.
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