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El Guión...
¿Dónde Está El Guión?
Cuando
el guión del que sería el primer episodio de Los Nuevos Vengadores, llegó
por fin a manos de Patrick, su pacífico carácter debe haber saltado como
leche hervida. El Steed que había concebido la nueva producción quedaba
relegado a un segundo plano, a una suerte de Mother en la era Tara King,
un cerebro maquinador que dejaba la acción y la actuación a los más jóvenes
del terceto. No era lo que Patrick había esperado después de que el regreso
de Los Vengadores fuera anunciado con bombos y platillos.
“Brian [Clemens] había planificado todo sobre el nuevo Steed
y le dije que en realidad no me gustaba estar ‘retirado’. De hecho a mediados
de los ’70 sentía que aún era lo suficientemente joven y enérgico como
para personificar a un Steed todavía reconocible y creía que tenía algo
más para contribuir con el papel”. Patrick Macnee, “An O.T.T.A. Souvernir
Special” magazine. Abril 1986.
No obstante, como siempre, Pat se guardó
la bronca en un bolsillo y se puso a trabajar con energía creciente en
la tarea que más ha disfrutado en toda su vida: hacer “Los [Nuevos] Vengadores”.
Su hija Jenny se volvió a Palm Springs y Pat se quedó viviendo solito
en una elegante casa que habían elegido juntos en Beaconsfield.
Sin embargo Patrick reconoce que le costó
horrores volver a meterse dentro de Steed. Habían pasado nada menos que
7 años desde que se había calzado el bombín por última vez... y se notaba.
Cuenta que ni bien comenzaron a filmar, un día se le acercó Albert Fennelll
y le clavó el aguijón con una pregunta que no hubiera querido escuchar:
“’Patrick, ¿qué pasa?’ Le pregunté qué quería decir. El
dijo, ‘Bueno, no sos Steed’. ¿Qué significaba eso? Dijo, ‘No estás representando
el papel. No parecés ser el personaje’. ‘Ah, ¿no?’, dije y le pedí que
lo explicara. Pero él no pudo contarme cómo yo no estaba representando
el papel. Todo parecía tan irreal”. Patrick Macnee, “The Avengers
and Me”, p. 126
La perplejidad tanto de Fennelll como de
Patrick continuó a lo largo de ese extraño diálogo. Patrick lanzó una
excusa más bien inconsistente, alegando que lo habían “tomado por sorpresa”
(sic) y que debería haberse preparado mucho más. Fennelll no ayudó mucho
cuando, advirtiendo los kilos de más que ostentaba su turbado interlocutor,
trató de contentarlo diciéndole que iban a encontrar las tomas de cámara
que mejor lo favorecieran. Sólo la infinita paciencia de Patrick y el
convencimiento de que aún tenía esa “indefinible habilidad” adentro, le
permitieron, de a poco, ir reencontrándose con su Steed. Y a partir de
allí, todo se vio mejor.
Varios rostros conocidos de la serie original
aparecieron una vez más en la nueva versión de la serie, muchos, claro
está, luciendo el inexorable paso del tiempo. Entre los más célebres,
el maestro del cine de terror Peter Cushing, que les había causado varios
dolores de cabeza a Steed y Mrs Peel en The
Return Of The Cybernauts (El Retorno De Los Cibernautas), el soberbio
villano Peter Jeffrey que había brillado en The
Joker (El Bromista, con Mrs Peel) y Game (El juego, con Tara) y...
sorpresa de sorpresas, Ian Hendry, aunque ya no como el Dr Keel, retornarían
al set para dejar sus improntas en sendos episodios a lo largo de ese
1976.
La comparación entre el estilo de los ’70
de Los Nuevos Vengadores y su ilustre antecesora de los ’60, obviamente
permaneció en el tapete de principio a fin. Aunque impecablemente realizado,
en la mayoría de sus episodios este revival mucho adolecía de ese surrealismo
psicodélico, de ese humor ácido e irreverente, de esa apología a la no-violencia
que habían sido las insignias de la vieja serie. Los tiempos tampoco ayudaban.
Ya no era la Inglaterra de los Beatles ni del “swinging London”. Los Nuevos
Vengadores se movían en un entorno donde las máximas estrellas de la música
eran The Police y los Sex Pistols. Donde la moda “punk” luchaba por imponer
sus estandartes. Donde en el ambiente ya no flotaba esa áurea cuasi-mágica
que se había adueñado de cada uno de los guiones de Clemens y sus colegas
en los años ’60. Donde la fantasía pura y alegórica ya había dado un paso
al costado para mostrar una realidad cruda y lacónica.
No obstante, es posible que el error de
muchos haya radicado precisamente en intentar “confrontar” ambas versiones
de la serie, cuando siquiera la posibilidad de buscar paralelos se hallaba
completamente fuera de discusión. Patrick a menudo ha descrito Los Nuevos
Vengadores como una copia desteñida de la serie norteamericana “Starsky
and Hutch” (conocida en la Argentina como “Los Aventureros”). Pero lo
cierto es que, comparaciones y prejuicios aparte, la serie podía volverse
muy interesante si era bienvenida como un producto indiscutiblemente de
los ’70, con música incluida, y no como una continuación de Los Vengadores
de los años ’60, simplemente porque Los Vengadores de los años ’60 fue
y será categóricamente “incontinuable”.
Luego de un agitado esquema de rodaje que
se extendió desde abril a octubre del ’76, con 13 episodios completados,
la producción y el elenco se tomaron un (¿obligado?) descanso, justo en
el momento en que la serie era puesta en pantalla en Inglaterra. También
aquí hubo un inadecuado manejo por parte de la ITV, la televisora que
tenía a su cargo la transmisión del show. Esto provocó que Los Nuevos
Vengadores fuera vista en distintos días y a distintos horarios (poco
propicios) a lo largo y ancho de todo el reino, privándolo de una acertada
y planificada difusión.
En tanto Patrick volvió a su casa de Palm
Springs para reencontrarse con su hija Jenny, sin saber a ciencia cierta
si la restante tanda de 13 episodios pendientes vería la luz alguna vez.
En cuanto Jenny comprobó azorada que el saco que tenía puesto el papi
el día que se despidieron en el aeropuerto de Londres ahora no le cerraba
ni haciendo fuerza, le vació todas las botellas de whisky que tenía en
casa, lo puso a raya con una sana dieta vegetariana ideada en base a sus
excelentes conocimientos nutricionistas y lo sacó a caminar todas las
mañanas, bien tempranito. El pobre Patrick debe haber quedado exhausto
después de semejante azote, pero en cuanto subió otra vez a la balanza
y vio que de un plumazo había bajado casi 20 kilos, estampó un besote
así de grande en la mejilla de su adorada Jenny.
Como si hubiera sido un boxeador obligado
a ponerse en línea más rápido que un rayo, al despuntar 1977 Patrick ostentaba
una imagen muy diferente para componer ahora un Steed mucho más esbelto
y buen mozo. Cuando se enteró que en febrero finalmente se reanudaría
el rodaje de los 13 episodios que quedaban en el contrato, voló a Londres
no sin antes ponerse bien los pantalones, ser bien explícito con Clemens
y dejar bien en claro que, de ahí en más, demandaría un papel más profundo
y comprometido para su John Steed.
Sus deseos fueron atendidos y es más: Clemens
escribió un fantástico episodio donde como nunca, Steed brilla con luz
propia. No precisamente por el contexto, un viejo compañero, traidor
vendido a los rusos, clama venganza por haber sido siempre el eterno segundo
detrás de Steed, sino más bien por el contenido de la historia.
Acostumbrados a ver siempre a un Steed impávido y del mejor humor acre
frente a las situaciones más tensas, este episodio nos muestra su cara
oculta, sus sentimientos más recónditos ante la destrucción de todo lo
que más quiere (como su viejo Bentley y sus trofeos estudiantiles) pero
más aún, su magnánima disposición de poner en peligro su vida no sólo
para salvar a sus compañeros, sino también a su propio enemigo. El episodio
se llamó Dead Men are Dangerous (algo así
como Los Muertos Son Peligrosos) y no sólo es considerado como el mejor
de toda la serie Los Nuevos Vengadores, sino como un verdadero retrato
del eternamente apasionante Steed, que como siempre, nos deja pensando.
Sin embargo, al promediar el ’77, la discusión
entre franceses y canadienses se acrecentó y calentó las líneas telefónicas
París-Toronto vía Londres. Por tener sus billetitos en la producción,
estos socios también comenzaron a poner condiciones, tal como había hecho
la ABC norteamericana 10 años atrás, en cuanto el show fue vendido en
USA. Esta vez, los franco-canadienses no sólo demandaban que algunos episodios
fueran filmados en sus respectivos países, sino que también pretendían
establecer sus designios acerca de cómo debían mostrarse Steed, Purdey
y Gambit según ellos. Se exigía más violencia, se exigía que Purdey fuera
mucho más sexy y que luciera un vestuario francés, se exigía que Gambit
fuera un rompecorazones empedernido para las fans adolescentes y se exigía
que Steed, sin perder su “viejo estilo”, también mostrara su costado romántico.
En otras palabras, se exigía más sexo y violencia, mientras que los norteamericanos,
ya con manifiesto interés en comprar la serie, clamaban por lo contrario.
El trío Macnee-Lumley-Hunt y el dúo Fennelll-Clemens accedieron sólo a
algunas de estas condiciones, pero no todas.
Las tendencias opuestas y los intereses
creados acabaron por partir la serie en dos y con ello, todo el entusiasmo
por seguir adelante. Luego de filmar dos episodios en Francia (uno de
ellos, K is for Kill, presentado en dos partes, mostraba un fugaz “regreso”
de Mrs Peel gracias a un antiguo metraje de descarte), el equipo se trasladó
a Toronto, Canadá, para filmar a duras penas los últimos cuatro episodios.
El final de la serie quedó definitivamente escrito cuando Clemens no tomó
el avión a Toronto y en cambio desvió totalmente su atención hacia otras
producciones, entre ellas “The Professionals” (“Los Profesionales”).
No obstante, tanto Fennelll como Clemens
se pusieron la mano en el bolsillo y generosamente saldaron la deuda con
el trío protagónico, luego de meses sin cobrar y luego de que Rudolf Roffi
y sus capitales franceses se hubieran esfumado como por arte de magia.
Era el fin de Los Nuevos Vengadores, agosto
de 1977.
Nadie mejor que Patrick para brindar un
epitafio de esta serie, poniendo un corolario a lo que fue, de lejos y
a pesar de todo, lo más rescatable de las muchas “segundas partes” que
tendría el original de los años ’60, tanto en teatro como en cine. Estas
son sus palabras sobre Los Nuevos Vengadores:
“Lamentablemente trató de mantenerse acorde con su época
en lugar de estar adelantada y por ende, se quedó atrás...(...)... Tratando
de complacer a un público masivo, perdimos el elemento bizarro del viejo
show. Se ha puesto de moda en los medios denigrar a ‘Los Nuevos Vengadores’,
decir que no era como el original. Bueno, quizás no lo era, pero fueron
26 thrillers altamente originales escritos principalmente por un solo
hombre, Brian Clemens, y llevan su sello. El concepto de terceto pudo
haber funcionado y habría sido genial continuarlo ... (...) ...El episodio
que más disfruté, ‘Medium Rare’, era el que trataba sobre comunicación
psíquica, que en mi opinión, es la única forma de haber hecho Los Nuevos
Vengadores: proyectarla hacia nuevas áreas adelantadas a su tiempo, en
lugar de acercarse a los ‘Kojak’ y a las rápidas persecuciones entre autos
y esa parafernalia de chirridos que obviamente los americanos hacen mucho
mejor”. Patrick Macnee, “An O.T.T.A. Souvernir Special” magazine.
Abril 1986.
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