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escribe Terylene
"Hay un traidor en la organización."
¿Dónde fue que escuchamos algo similar a esto? Hmmm... no
recuerdo...
El pobre Sean Mortimer hubiera perdido
la cuenta en lugar de la memoria si hubiera tenido que advertirle
a Steed acerca de los traidores en el Ministerio, desde vulgares empleados
hasta altas autoridades ("The Wringer," "The Forget-Me-Knot,"
"Love All"). Este concepto clave se repitió igualmente
en Los Nuevos Vengadores y tal como sucediera en la serie predecesora,
el método de traición generalmente tuvo aristas por demás
de originales. Esta de "Angels Of Death" ciertamente no es la
excepción. Por empezar, el esquema de "disposición"
de las víctimas está centrado en una aparentemente inocente
clínica de salud. Por otro lado, el método de aniquilamiento
propiamente dicho se basa en el desarrollo de una presión psicológica
que finalmente acabará con cada individuo de la forma más
natural posible. Ingenioso si además tenemos en cuenta que todo
el proceso requiere de un "condicionamiento" en varias etapas,
meticulosamente vigilado por Coldstream, el agente del Ministerio que
durante dos años ha venido trabajando impunemente en su plan para
derrocar al gobierno desde los cimientos.
A pesar de haber elaborado una excitante
historia, Freely y Clemens caen en el error de arrasar con el factor sorpresa.
Desde el primer momento el público se entera que Coldstream es
el traidor y observa cómo y dónde se procesan las
víctimas. Los únicos que lo ignoran son Los Vengadores.
Por eso uno se estremece cuando ve que Steed en persona, haciéndose
pasar por otro agente que había recibido la tarjeta de invitación
a la Briantern Health Farm y dispuesto a develar el misterio que se cierne
dentro de las paredes de la clínica, es recibido por una sonriente
Tammy. De tratarse de la serie original, desde el vamos sabríamos
que Steed hubiera zafado elegantemente de tan horrendo tratamiento. Pero
en Los Nuevos Vengadores, cual inocente cordero, Steed cae irremisiblemente
en las garras de Coldstream, Reresby y su séquito de bellas niñas.
Por suerte no se muestra al mítico dandy bailando esa agitada música
disco bajo spots de todos los colores (¿alguien podría imaginárselo,
acaso?) pero sí el director Day lo capta brillantemente en las
otras dos etapas del condicionamiento. Steed no abandona su traje de tres
piezas para sudar bajo la lámpara ultravioleta, ni tampoco se olvida
de su rudo entrenamiento de épocas lejanas cuando intenta desesperadamente
superar el dolor y la confusión en el laberinto al que es confinado.
Y hay que admitir que Pat Macnee logra una colosal representación
de un Steed drogado y sufriente, que por cierto no estamos acostumbrados
a apreciar en pantalla.
Muchos rostros de la serie original están
presentes en "Angels Of Death": Terence Alexander, Michael Latimer
y Dinsdale Landen entre los más conocidos, aunque obviamente, luciendo
diez años más viejos. Es de lamentar que no haya un sólido
papel para Purdey en esta historia y el hecho de que termine atrapada
estúpidamente en la clínica, no ayuda mucho para aprovechar
la buena actuación de la siempre confiable Joanna Lumley. Pero
la reivindicación llega al final, cuando avizorando el destino
fatal que va a tener junto a Steed, susurra esa genial línea: "Steed,
quiero decirte algo" que sin embargo se queda a mitad de camino.
Con Steed y Purdey encerrados y aparentemente condenados a muerte, Gambit
es el que tiene que salvar la situación, ¡y ciertamente lo
hace! No obstante, a uno le queda la inquietante idea de que Gambit no
llegara a tiempo...
Llevando al trío a una situación
límite, "Angels Of Death" es un significativo episodio
para tener en cuenta. Un guión original, una excelente dirección
y destacadas actuaciones, hacen del mismo una de las mejores producciones
de Los Nuevos Vengadores. Y aunque no podamos enterarnos del secreto de
Purdey, al menos le escuchamos de sus labios algo sumamente revelador:
que morir abrazada junto a Steed hubiera implicado hacerlo en "una
muy grata compañía." ¡Y cómo no!
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