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DAHL, Roald
Escritor galés (1928-1990).
Tras
haber disfrutado de una juventud aventurera en Africa Oriental (al servicio
de la compañía Shell) y durante la II Guerra Mundial (en
la que intervino como piloto de combate) Dahl comenzó en los años
40 una prolífica y fructífera actividad como escritor de
cuentos infantiles que le convertirían en un clásico absoluto
del género, firmante de obras tan míticas como "Charlie
y la Fábrica de Chocolate", "James y el Melocotón
Gigante", "Las Brujas" o "Matilda", todas ellas
llevadas al cine. Paralelamente, y pese a numerosos problemas de índole
privada (su esposa, la actriz Patricia Neal, sufrió una lesión
cerebral que la mantuvo incapacitada durante varios años), Dahl
desarrolló una amplia labor como autor de historias cortas para
adultos, así como alguna novela esporádica (caso de la escandalosa
"Mi Tío Oswald", de fuerte carga erótica), haciéndose
célebre por su humor negro y cruel y su afición por los
finales sorprendentes plasmados en ellas que sedujeron al mismísimo
Alfred Hitchcock, el cual adaptó alguno de esos relatos al medio
televisivo. Para dar una idea de la popularidad de Dahl, en especial en
los países de habla inglesa, basta indicar que una macroencuesta
realizada en su país natal poco después de su muerte con
motivo del Día del Libro le coronó como el autor favorito
de los lectores británicos.
Dentro
de estos relatos para adultos mencionados, uno de los más célebres
es "Beware of the Dog", una obra maestra del suspense psicológico
en el que un piloto inglés, combatiente durante la II Guerra Mundial,
es herido durante una misión despertando en un hospital británico
de Brighton, en donde solícitos médicos y enfermeras le
cuidan amablemente. Pese a sentirse seguro y en casa, el piloto comienza
a captar ciertos detalles extraños que le hacen sospechar que algo
raro ocurre, y está en lo cierto: En realidad el hospital, su personal
y todo lo que hay en su entorno son sólo un montaje por parte de
los nazis, que le han capturado y han elaborado esa farsa para que se
confíe creyéndose a salvo y, engañado, les proporcione
información confidencial sobre los aliados.
La historia obtuvo un gran éxito,
y fue adaptada al cine por el director George Seaton en 1965 con el título
de "36 Hours" y ciertos cambios sustanciales: El actor James
Garner interpreta a un oficial americano que, en plena II Guerra Mundial,
es sometido a todo un minucioso montaje ideado por el nazi encarnado por
Rod Taylor para convencerle de que ha estado en coma durante muchos meses
en un hospital, durante los cuales la contienda ha terminado, siendo los
aliados los triunfadores; si no recuerda nada de todo ello es porque sufre
amnesia, le dicen, y aún no se ha recuperado totalmente de su enfermedad.
El objetivo es lograr que Garner, una vez tragado el anzuelo y creyéndose
entre amigos, les proporcione involuntariamente a los alemanes un dato
vital que desconocen: El lugar en el que tendrá lugar el desembarco
aliado en Francia en el famoso Día D en las próximas 36
horas. El protagonista se verá sometido por tanto a toda una refinada
y oculta tortura psicológica con motivo de hacerle creer que está
en otro tiempo y lugar diferentes al real, dentro de una trama llena de
ingenio y un suspense permanente que proporcionó una gran acogida
al film .
No
es extraño por tanto que cuatro años después, en
1969, Brian Clemens le diera a Los Vengadores, siguiendo la misma pauta,
uno de sus más brillantes logros: "Pandora", en el que
Tara King es sometida al mismo tratamiento que el héroe de Dahl
por parte de dos rufianes que intentan convencerla de que se encuentra
en otra época (1915) y lugar, e incluso de que es otra persona,
para sonsacarle a un anciano la información que necesitan sobre
la localización de un tesoro. La idea de la conspiración
para hacer dudar a la víctima de su propia realidad es increíblemente
seductora, y da lugar a un suspense que mantiene al espectador en vilo
durante todo el episodio, no en vano el favorito particular de Linda Thorson.
En honor de Clemens hay que indicar que
en lugar de conformarse con copiar las claves establecidas por Dahl asumió
el reto de rizar el rizo proponiendo que Tara no sólo sufriera
un desarraigo temporal, sino también de identidad, lo cual es mucho
más difícil de hacer creíble. Clemens triunfa plenamente
en ese desafío dando lugar a un argumento memorable que ejemplifica
como pocos la capacidad de los guionistas de Los Vengadores para retomar
influencias ajenas y crear con ellas obras maestras sin limitarse a plagiarlas,
como hacen tantos otros. |