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CHRISTIE, Agatha
Escritora británica (1890-1976).
Sin
duda alguna una de las novelistas más populares del siglo XX, lo
cual es una irónica paradoja en una mujer que siempre fue enormemente
tímida y reacia a las entrevistas, los actos públicos o
incluso a ser fotografiada. Precisamente esa timidez, unida a su falta
de aptitudes vocales, le apartó de una de sus pasiones iniciales
(el canto) empujándola hacia una actividad más solitaria
como la literatura, a la que consagraría su vida. Autora de 78
novelas policiacas, 6 novelas románticas, unos 150 relatos, 4 ensayos
y 19 obras de teatro (algunas de ellas adaptaciones de sus novelas), las
ventas de sus libros se estiman en la fabulosa cifra de dos mil millones
de ejemplares en mas de cien idiomas, lo que la convierte en una de las
figuras con mayor éxito de ventas de toda la Historia de la Literatura,
mientras que su obra teatral The Mousetrap va a cumplir nada
menos que medio siglo de representación ininterrumpida en Londres,
figurando en el Libro Guinness de los Records por tal hazaña y
habiendo sido vista en ese período por más de siete millones
de personas.
Creadora de un universo ficticio situado
en una Inglaterra soñada (preferentemente rural), congelada en
el tiempo y perturbada por todo tipo de crímenes e intrigas, el
éxito de Christie se basa en una gran capacidad para el diseño
de ingeniosas tramas policíacas, y especialmente para conducir
al lector a través de las mismas empujándole a implicarse
en ellas como detective aficionado, en una suerte de desafío del
que la autora suele salir triunfante al conseguir que sus seguidores no
consigan vislumbrar la verdad hasta el último momento.
Su
formidable aptitud como narradora (pese a carecer de dotes literarias)
puede comprobarse en sus obras más celebradas, que incluyen títulos
como The Murder Of Roger Ackroyd (1926), Death On The
Nile (1937), Murder On The Orient Express (1934), A
Murder Is Announced (1950), Cards On The Table (1936), The
ABC Murders (1935), Crooked House (1949) o And
Then There Were None (1939), muchos de ellos protagonizados por
sus dos personajes fetiche, el detective belga Hércules Poirot
y la anciana solterona Miss Jane Marple, y en su mayoría situados
en el ámbito de la denominada Novela Problema o Novela
Enigma, esto es, la rama de la novela policíaca para la que
la resolución del crimen y el descubrimiento de la identidad del
asesino es el objetivo central sobre el que ha de girar todo el libro.
Un estilo desarrollado especialmente en el período de entreguerras
(1920-1940) y del cual Christie es sin duda alguna el máximo exponente
junto con Ellery Queen, John Dickson Carr y Dorothy L. Sayers.
La "conexión vengadora"
de Christie se apoya en la que casi unánimemente se
considera su mejor novela: "Ten Little Niggers", conocida en
los USA como
"And Then There Were None", y llevada al cine por primera vez
y con este
último título por el cineasta francés René
Clair en 1945. En ella, diez personas desconocidas entre sí
son conducidas mediante engaños a una isla desierta en la que comienzan
a ser asesinadas una a una, al tiempo que van adquierendo progresiva y
terrorífica conciencia de que el criminal es uno de ellos. Ejercicio
de suspense absorbente y de creciente tensión, que finaliza en
un final sorprendente, ha servido de modelo (explícito o no) a
multitud de películas y episodios de series televisivas, por lo
que no es extraño que Brian Clemens cayera en la tentación
de recrearlo en la suya, además por partida doble.
Dressed
to Kill en la etapa Cathy Gale y The
Superlative Seven en la de Emma Peel son variaciones obvias
del modelo Christie que aprovechan con enorme talento las principales
bazas del mismo, como son el encierro de los personajes en un entorno
aislado (un tren detenido en una estación abandonada en el primer
caso, una isla en el segundo), el misterio en torno a la identidad del
asesino (que ha de ser uno de los presuntos candidatos a víctima),
y el aprovechamiento argumental de la diversidad de los caracteres, algunos
realmente pintorescos, reunidos en la encerrona (especialmente jocoso
en Superlative). Clemens sortea además con gran habilidad
el obstáculo que supone para el esquema global el hecho de que
los protagonistas sean dos en vez de uno, introduciendo a Cathy y Emma
en el tramo final de forma hábil sin restarle tensión y
peligro por ello al trance en el que se ve envuelto el verdadero eje de
ambos episodios (Steed).
Curiosamente, pese a la mayor abundancia
de medios existente en Superlative, y al hecho de que éste
se ajuste de forma más canónica al modelo Christie (véanse
los ataúdes progresivamente ocupados por las víctimas, en
lo que constituye una genial sustitución de las estatuillas rotas
de la novela original), es Dressed el episodio más
logrado del dúo, en la medida en la que el espacio más reducido,
la austeridad del blanco y negro (que potencia el efecto inquietante de
la niebla) , la mesura en los elementos esperpénticos (lo del torero
en Superlative es carcajeante) o la más astuta introducción
de la compañera de Steed (mucho más forzada en el episodio
en color) contribuyen a darle a Dressed una atmósfera
de suspense mucho más lograda en mi opinión. De cualquier
manera, dudo que ningún fan de Los Vengadores deje de apreciar
el atractivo de ambos episodios, y con ello, de agradecer a Agatha Christie
la impronta dejada en la serie.
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