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 escribe Terylene Para un buen porcentaje de fans,
          "The See-Through Man" lamentablemente encaja en la incómoda
          categoría de los dos "bandos opuestos": quienes gustan
          de Brodny lo aman; quienes no, lo odian. Y los que por suerte nos mantenemos
          bien al margen de ese encasillamiento tan tajante como trivial, somos
          los más afortunados, porque se nos permite apreciar una de las
          más entretenidas comedias que nos ha brindado Los Vengadores
          en todas sus épocas. Porque si hablamos de comedia, aquí
          hay elementos de sobra. De puros quisquillosos nomás,
          aclaremos que en realidad bautizar "El Hombre Invisible" a
          "The See-Through Man" es más elíptico que literal.
          Quizás los responsables de esta traducción hayan estado
          pensando en la serie de fines de los '50 que la emisora local adquiriría
          un par de años después ("The Invisible Man"/"El
          Hombre Invisible") más que en la correcta correspondencia
          del original see-through: transparente, traslúcido. De
          todos modos, no carguemos tanto las tintas, ya que del personaje más
          nombrado en todo el episodio, el mayor Vazin, sólo aparece su
          ocasional vestimenta que se "mueve" bajo un hombre sin cabeza.
          Paréntesis: nos preguntamos qué ocurre cuando de Vazin
          se ve solamente su sillón giratorio... ¿estará
          acaso desnudo? Ahora bien, ¿por qué razón
          es Brodny un personaje tan controvertido? De hecho que nadie pudo sospechar
          que un actor como Warren Mitchell, desempeñando roles serios
          en dos episodios de la era Gale ("The Golden Fleece" y el
          nunca emitido en Argentina "The Charmers") pasaría
          a representar un festivo personaje en la etapa Peel. El Brodny de "Two's
          A Crowd" debe haber pegado lo suficientemente fuerte en la audiencia
          inglesa como para que un año después, la producción
          decidiera convocar de nuevo a Mr Mitchell para encarnar el mismo personaje.
          Exceptuando los jefes de Steed y otros pocos regulares de las temporadas
          en videotape, la serie no contaba con un antecedente semejante (Benson,
          el asistente de la dupla "cibernauta" en la era Peel, vendría
          más adelante). Por lo tanto Brodny es un personaje único
          en Los Vengadores, que bien podría merecer un capítulo
          aparte. No podemos concedérselo en este breve espacio, pero sí
          apuntar que Brodny ha sido una caricatura más de las tantas que
          Los Vengadores trazó en su amplio espectro de personajes. Nunca
          el show retrató a un ruso--ni a nadie--en serio: siempre tomó
          en solfa el por entonces candente conflicto de la guerra fría
          y dotó a los caracteres que la representaban de cierta extravagancia
          exagerada que sólo buscaba disipar una cruda realidad del modo
          más delirante posible. Eran los '60, no olvidemos, los que ofrecían
          un marco ideal para este tipo de caracterizaciones rayanas en el ridículo.
          ¿O es imaginable, acaso, un embajador tan tonto como inepto?
          Brodny es simplemente un personaje y Warren Mitchell supo conducirlo
          dentro de esa loca temática que hoy podría parecer
          descolocada, pero no 35 años atrás.  Un concepto similar puede apuntarse sobre
          Quilby, otra caracterización de la que habría tanto para
          decir. Sólo que este, además de ser otra genial caricatura,
          es también un perfecto excéntrico. Quilby es el verdadero
          "químico loco," el que hace explotar su laboratorio
          con cada mezcla rara que fabrica y el que no recuerda exactamente ni
          el tipo ni el orden de los ingredientes de su fórmula. Es el
          más disparatado retrato del científico, llevado al absurdo
          más extremo (o no tan extremo) que nos arranca una sonrisa, incluso--no
          nos engañemos, colegas--a los que somos químicos de profesión.
          No es sorprendente que esa fantástica caracterización
          venga de la mano de otro habitué de Los Vengadores: Mr Roy Kinnear,
          un actor que siempre le entregó un color especial a cada uno
          de sus personajes en la serie, desde la etapa Gale a la era Tara King.
           Y ya que hablamos de la era King, muchos
          encontrarán reminiscencias en la escena del asesinato de Ackroyd
          en el parque, con una similar de ese flor de episodio llamado "Game."
          Como también otros descubrirán un gran paralelo entre
          Mrs Peel y Tara King (¿¡cómo!?): sí señor,
          ambas son absolutamente vulnerables ante el cloroformo. Lo dicen los
          subtítulos del episodio: "A Emma la duermen."
          Los que siempre protestaron por la recurrencia con la que Tara ha sido
          desmayada con cloroformo, evidentemente no recuerdan bien "The
          See-Through Man." Por cierto, como tantos otros de Los
          Vengadores, este no es un episodio para tomarse al pie de la letra,
          ni tampoco para buscarle la quinta pata al gato. Aquí hay diversión
          a granel y absurdo al por mayor; quien no quiera verlo así, puede
          tranquilamente cambiar de canal. 
 
 escribe Mackidockie Si bien no se trata una idea original
        (para 1966 el tema del hombre invisible había sido explotado hasta el
        cansancio), ello no importa cuando a la misma se le encuentra una vuelta
        de tuerca para reavivarla. Aquí lamentablemente eso no ocurrió, a menos
        que el ingenio también escape a nuestra mirada... Dos archivos ubicados en distintas oficinas,
          pero referidos a una misma persona, han sido robados por una mano invisible.
          Precisamente ambos hacían referencia a una fórmula para la invisibilidad
          pergeñada por Quilby, un inventor un tanto desmemoriado. Enterado de
          lo ocurrido, Quilby confiesa a Steed que cuando el Ministerio no quiso
          comprarla, una droguería con acento ruso muy interesada la adquirió
          por un cuarto de millón de libras. Y casualmente dos agentes enemigos,
          Alexandre y Elena Vazin, se encuentran en Londres representando a esa
          droguería. Habiendo usado dinero de su gobierno para la compra, los
          Vazin convencen al Embajador Brodny de que la fórmula funciona a través
          de la práctica, es decir volviendo invisible a Alexandre. Decidido a
          sacar provecho de este descubrimiento, Ackroyd, el asistente de Quilby,
          telefonea a Elena para hacer un trato. Emma la sigue, y evita que Ackroyd
          muera en sus manos. Sospechando que su buen amigo Brodny está involucrado
          en el asunto, Steed lo visita en la Embajada y entre charla y charla
          oculta un micrófono, gracias al cual confirma la presencia de un Mayor
          Vazin invisible en la habitación. Justo a tiempo Quilby avisa a Steed
          que ha hallado la fórmula en su ordenado archivo, pero cuando éste llega
          todo lo que encuentra es al inventor en el suelo y a un hombre sin cabeza
          listo para knockearlo. Con Steed fuera de carrera, el próximo paso es
          secuestrar a Emma y llevarla a la Embajada donde se las verá "cara a
          cara invisible" con el Mayor Vazin. Sin inmutarse ante el hombre invisible
          y divirtiéndose ante la torpeza de Brodny, Emma escapa al poco tiempo
          de llegar, pero enseguida comprende que su huida estuvo planeada desde
          el principio. Por eso vuelve, y luego de una digna pelea de gatas con
          Elena, escucha a Steed llamarla pero no lo ve... ¡eso quiere decir que
          la fórmula resultó!... ¡no, momento!, nuestro Steed está en realidad
          haciendo una demostración de los "milagros" ejecutados por el supuesto
          hombre invisible, valiéndose para ello de todo tipo de artefactos. En
          ese preciso momento llega Vazin con un traje especial que lo hace lucir
          invisible, y para su sorpresa termina siendo víctima de uno de sus "juguetitos".
          Aún resta Brodny, un cándido palomo que aún cree que la fórmula funciona,
          y para no desilusionarlo, Emma y Steed se guardan el secreto, pero eso
          no les impide divertirse viendo como Brodny se disculpa ante un sillón
          vacío y un sifón que lo baña. Las actuaciones de Warren Mitchell y Roy
        Kinnear definitivamente salvan un episodio que insisto, daba para mucho
        más. La magia del dúo Macnee-Rigg parece haber estado ausente esa semana,
        exceptuando uno que otro intercambio menor (pero no por ello menos sustancioso).
        No todo es negativo, ya que si bien el guión de Levene no es uno de sus
        más inspirados (hasta repite al personaje de Brodny), al menos da vida
        a Quilby y ofrece un par de efectos especiales. Para mirar e imaginar
        las cosas que haríamos si tuviéramos esa fórmula... |