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escribe Carlos
Luego de que la fallida Emma Peel protagonizada por Elizabeth
Shepherd abandonara para siempre los sets de filmación y Diana
Rigg fuera confirmada como la nueva compañera de Steed en la serie,
el estudio decidió recomenzar la producción de la temporada
cuatro (Emma Peel monocroma) justo donde Shepherd la había dejado,
es decir, en medio de The Murder Market.
El rodaje defnitivo de The Murder Market marcó el inicio
de la era más brillante dentro de la cronología Avengers.
Una temporada inolvidable en la que la creatividad fluyó libremente
y sin obstáculos. Este hallazgo estaría signado no obstante
por ese toque fatal y ese sentido de lo efímero que trasunta toda
obra genial. Fue precisamente el alto nivel logrado en toda su concepción
dentro de un medio que siempre se caracterizó por nivelar
para abajo lo que hacía aún más evidente aquél
presagio. Lamentablemente así ocurrió, y la intensa luz
de la temporada monocroma se fue extinguiendo con el correr de los episodios
y la intromisión de otros intereses. Pero quedaron los hitos, entre
los cuales The Murder Market tiene sin duda un lugar de honor.
Lo primero que llama la atención en este episodio es la calidad
de su cinematografía, la cual responde a un criterio de iluminación,
emplazamiento de cámara y organización de la acción
en el cuadro que abreva en lo mejor de la tradición cinematográfica
británica, presente en directores como Alfred Hitchcock y Carol
Reed, por ejemplo. Peter Graham Scott, su director, hecha así mano
de recursos fílmicos que enfatizan el dramatismo de la narración
sin tener que recurrir exclusivamente a los actores para marcar el modo
general del episodio o hacer avanzar la acción. Todo en The
Murder Market, los primeros planos de los pies y la manos de Steed
mientras busca evidencias en el escritorio de Togetherness; los contrapicados
que dejan ver los techos bajos de la escenografía agregando mayor
tensión a la escena; las sombras largas y densas; los insólitos
ángulos de cámara usados para filmar la procesión
del entierro de Emma; los planos con foco largo que permiten organizar
la acción con los actores a diferentes distancias de la lente (genial
en la entrada de Bárbara Wakefield al acuario y en muchos de los
diálogos entre Steed y Lovejoy dentro de la agencia) revelan no
sólo una maestría de este director en particular, sino una
concepción integral del equipo de producción acerca de cómo
contar una historia para la televisión con elementos tomados de
otros medios audiovisuales. Sin ir más lejos, la música,
que de manera extraordinaria refuerza tanto la acción como el flujo
del montaje con un lenguaje inédito en la televisión de
aquellos tiempos.
Ingeniosa y divertida, transcurriendo en medio de una agencia matrimonial
probablemente un tipo de servicio popular en la Inglaterra de los
'60 y '70 (no deja de ser curioso que Frenesí, de Hitchcock
transcurra en un ambiente similar) la trama de The Murder Market
no es sin embargo el punto más alto del episodio. Sin ser mala,
su desarrollo se anticipa bastante y aún la idea central del intercambio
de asesinatos es poco original y cuesta creer que no ha sido tomada de
otro clásico de Hitchcock, Extraños En Un Tren. Los
diálogos no obstante son excelentes y algunos giros, como el "asesinato"
de Emma a manos de Steed están muy bien resueltos. Asímismo,
el perfil de los personajes, especialmente Lovejoy y su ayudante Dindsford,
prefigura el estilo interpretativo que de ahí en más tendrían
las diabólicas mentes de Los Vengadores ligeramente sobreactuado,
en el preciso límite entre la comedia y el drama el cual
se degradaría hasta crear un estereotipo insulso durante las temporadas
color. Steed y Emma, por otro lado, comienzan a delinear el tipo de relación
que los haría famosos, pero con mayores aditamentos personales
y de carácter que los que les veríamos de allí en
más, extendiendo su encanto y seducción con mayor desenfado
hacia otras relaciones (maravillosa Emma en su primer encuentro con Lovejoy.
Increíble Steed en su charla inicial con la recepcionista de la
agencia). También se los ve cruzando líneas ásperas
entre ellos, con un tipo de picardía heredada de la era Gale aunque
mucho más sutil y claramente enriquecida por la genialidad interpretativa
de Rigg y Macnee, legítimos acreedores de la leyenda creada en
torno suyo. Notables son también las escenas de mayor contenido
emocional, como cuando Emma le reclama a Steed no haber impedido el asesinato
de Henshaw, tirando con un golpe los soldados de plomo que él estaba
ordenando e inquiriéndolo cara a cara y a viva voz. ¡Cuánto
extrañaríamos ese nivel de actuación con el devenir
de las temporadas..!
En suma, un episodio genial que adelanta la futura gloria de Los Vengadores
tanto en la idea general como en cada uno de sus múltiples y cuidados
detalles. Vayan si no por ejemplos esa conversación llevada a cabo
mientras Emma toca algunas notas de la Cabalgata de Las Walkirias
de Wagner en la tuba (elemento clave en la escenografía de los
departamentos de Steed hasta el final de la serie) o el anticlimax puesto
por el propio John a una pelea tensa y bastante realista mediante un certero
pastelazo. Un lujo.
escribe Mackidockie
Argumento extraído flagrantemente de la excepcional "Extraños
en un Tren", de Alfred Hitchcock. Si le agregamos el factor humor (y por
cierto que estuvo bien agregado), obtenemos uno de los más hilarantes
episodios de esta temporada.
Cuando ya son demasiadas las personas cuya fatídica muerte tiene como
centro a una agencia matrimonial, Steed envía a Emma a investigar el pasado
de la última víctima, Johnatan Stone, mientras él se anota en uno de esos
planes de "consiga esposa en 10 días" en la mencionada agencia. Una corazonada
sobre el próximo "muerto frente al altar" lo conduce a llamar a Emma en
su ayuda, pero por desgracia el hombre ya se había "ahogado de amor" (¡qué
romántico!.. puaj). Esta es la única oportunidad en que podemos ver a
Emma genuinamente enojada con Steed por haberla enviado a una "misión
suicida" (¿con ciertos rasgos de Cathy Gale, tal vez?). Mientras tanto,
Steed entra en demanda en la agencia, las mujeres se abalanzan sobre él
(obvio, dirán algunas), y su primera cita resulta ser la misma que despachó
al último Romeo. Con uno de esos cuentos de "si no fuera por mi primo
sería rico" Steed consigue que "la puerca entre en la pocilga", como diría
el célebre Homero (Simpson, claro). Mr.Lovejoy, el Roberto Galán europeo,
ofrece a Steed deshacerse de su rico primo a cambio de que él se encargue
de cierta intrusa que está amenazando su más que próspero negocio... ¿y
quién puede ser más que la amiga Emma?
Todo se planea a la perfección para que realmente parezca que Emma falleció:
un ataúd, flores, una botella de champagne (y, con algo hay que calentar
el estómago mientras se espera el servicio fúnebre). Por más ansioso que
esté por conocer al jefe de la banda, Steed debe antes presenciar el entierro
de Emma (es cómo que no les creyeron mucho que digamos, ¿no?). Superada
esta prueba, se revela la identidad del "cappi di tutti cappi": nada menos
que Jessica Stone, esposa de Johnatan Stone, quien ante los continuos
avances de su esposo a las clientas de la agencia, se cansó y sencillamente
lo mató (¿che, no era lo mismo un divorcio?). Todavía escapa a mi entendimiento
como hizo Emma para huir de su propio entierro, pero ahí la vemos, enfrentando
al hermano de Mr.Stone, convencida de que él es el jefe. No tarda en llegar
Mrs.Stone con toda su banda, y detrás de ellos aparece el novio ... digo
Steed, para "knockear" al sector masculino, mientras Emma se enfunda en
una "pelea de gatas" con Mrs.Stone y "la novia de Steed" (que quede claro
que ella no está celosa, ¿eh?).
Oficialmente el primer contacto de Diana Rigg con Emma Peel, y es notorio
que todavía le faltaba encontrarle la vuelta al personaje. Brillante la
interpretación de Mr.Lovejoy, a cargo de Patrick Cargill, y sus escenas
con Patrick y Diana conforman lo destacado del episodio. Aún quedan rastros
de la era Cathy Gale, en los asesinatos tan brutales y en la relación
un tanto arisca entre Steed y Emma. Pero Patrick y Diana logran pasar
esta primera prueba con honores, tocando la tuba y comiendo pastel de
boda... lástima que Emma no sacara el ramo...
escribe Pablo Alonso
Siendo este el primer episodio filmado con Diana Rigg como Emma
(había quedado inconclusa una versión con Elizabeth
Shepherd), su personaje es una transición entre Cathy Gale
y la Mrs. Peel a la que estamos acostumbrados, ya que es más agresiva
con Steed que de costumbre. Además en estos primeros episodios
de la cuarta temporada, Emma está un poco distinta en lo físico
ya que usa una pintura labial distinta y su cabello está más
corto (ya conocemos ese viejo axioma de que el pelo es el marco de la
cara). Steed, mientras tanto, es una continuación lógica
del perfil que había tomado el personaje durante el período
con Cathy.
¿Y la serie? Ah, ese es el principal cambio, ya que al aumentarse
los valores de producción pasamos del video al film, a mejores
decorados, mayores recursos de cámaras y audio, un soundtrack expandido
(sea o no una cuestión de presupuesto, Laurie Johnson es mucho
más ecléctico y adecuado para la serie que Johnny Dankworth),
en fin, una serie de cosas que hace que desde el vamos, casi 40 años
después, esta temporada sea más fácil de encarar
que las que las anteriores.
Con Brian Clemens a cargo de la producción, se consagra la fórmula
de poner patas para arriba lo establecido, lo común, para llegar
a nuevos horizontes. Tenemos aquí un negocio ya establecido como
las agencias matrimoniales, claro que con una vuelta de tuerca que vuelve
a una de ellas, Togheterness, como una organización que se encargaba
de apoderarse de las fortunas de solos/as acaudalados, luego de haber
sido asesinados por su (no tan ideal) pareja seleccionada mediante un
sistema de búsqueda de afinidades. También hay un sospechoso
de ser el líder de la organización, mientras la verdadera
mastermind es vista nada más que como una pobre viuda, recurso
usado el de cargar las tintas sobre un inocente mientras el culpable
estuvo siempre a la vista de todos con gran efecto en varios episodios
más. Uno de los mejores actores que pasó por la serie, Patrick
Cargill, nos entrega una caracterización compleja, un villano/empleado
muy rico en matices. Nótese además la presencia de un fotógrafo
típico del Swinging London, exactamente igual a la hora
de retratar modelos que Austin Powers.
En la sección debe, está el hecho básico de que
todavía estaban puliendo el estilo de la cuarta temporada, sus
personajes y su estética; además de abusar del recurso de
personas apuntando con revólveres a otras para crear tensión.
Pequeños detalles, en verdad, porque éste es un muy buen
comienzo.
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