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escribe Terylene
¡Ah, la mente! Misterioso componente del cuerpo humano del que
tan poco se sabe y con el que tanto se especula. Desde el lavado de cerebros,
hasta la transferencia de personalidad y los experimentos psíquicos, Los
Vengadores posee un riquísimo historial apoyado en guiones que de una
u otra manera se han vinculado a la mente y sus poderes. Enumerar los
episodios sería demasiado tedioso, pero huelga decir que ya desde el título,
"The Master Minds" no necesita mayor descripción para ubicarse entre uno
de los predilectos del género. Única entrega donde se encuentran dos creadores
de doble apellido, el guionista Robert Banks Stewart y el director Peter
Graham Scott este último conocido por haber sido uno de los que
quedaron boquiabiertos ante las audiciones que brindó la aspirante al
papel de Mrs Peel, Diana Rigg "The Master Minds" también tiene lo
suyo.
Como en muchas otras historias, la trama demora bastante en hacerse coherente
para el televidente. El confuso esquema que se desarrolla en la casa de
Sir Clive durante los primeros 20 minutos de proyección, parece poner
a prueba nuestro propio cociente intelectual, porque hay que pensar bastante
para encontrar el hilo conductor que nos llevará de aquí a Ransack. ¿Ineptitud
nuestra o del guionista? Tampoco queda claro el instinto asesino de un
profesional serio y respetado como Campbell... a menos que el condicionamiento
recibido en Ransack actúe por etapas, algo así como un mecanismo de "liberación
controlada." Al menos sabemos que este comportamiento asesino no era "detonado"
como en "House Of Cards" de Los Nuevos Vengadores, por el simple hecho
de recibir la mitad de un naipe. De todos modos, mientras intentamos encontrar
las pistas, estos 20 minutos bien valen su duración: esta vez Emma se
viste de enfermera para arrancarle secretos a Sir Clive y a Steed se le
salen los ojos de las órbitas cuando clava los mismos en la esbelta figura
de Davinia, que se desviste hasta quedar con una malla de dos piezas.
Por fin en Ransack, las cosas se ponen más expectantes. Para el recuerdo
quedará la escena del examen de ingreso, en la que Steed desliza su "machete"
bajo la manga para copiar las respuestas que Emma, la del alto cociente
intelectual, le ha preparado previamente. Pero quizás la inteligencia
de Steed se está subestimando un poco: no será un as en astronomía o termodinámica,
pero al menos es el primero que desconecta la radio de su dormitorio (quizás
sin presentir nada extraño) y luego también el primero en avivarse que
esas radios mucho tenían que ver con el condicionamiento mental de los
discípulos.
Sin embargo, ambos fallan en descubrir prematuramente a la verdadera
mastermind del episodio. Hay que decir que cuesta reconocer a Patricia
Haines, con su apariencia á la Peter Pan y admitir que es la misma Lola
de "Who's Who???" o Laura, de "The Nutshell." ¿Quién lo creería? Como
tampoco puede creerse hasta dónde llega la hipnotización de Mrs Peel,
la que avanza decidida a terminar con Steed de un flechazo, aunque todo
el mundo sospecha que a esta altura, nuestra Emma ha pasado de engañada
a engañadora.
Como ha sido generalmente marca registrada en Los Vengadores, las peleas
finales brillan por sí mismas y la de "The Master Minds" no es la excepción.
El toque surrealista que Graham Scott brinda a esas siluetas luchando
contra un background donde se proyecta la filmación de un raid de la RAF,
tanto en avance como en retroceso, adiciona por fin esa cuota bizarra
que el episodio estaba necesitando. Un episodio sustentado en una brillante
idea la "programación" de individuos inteligentes orientada hacia
fines delictivos, en este caso, el robo de un misil nuclear que
sin embargo no convence a muchos fans. Quizás un ritmo lento al comienzo
y una escasa exploración de los personajes del elenco sean las causas
principales. Pero uno no entiende por qué, a pesar de todo, "The Master
Minds" es una historia que nos gusta mirar una y otra vez. ¿Algún encanto
particular que una mente común y corriente no alcanza a explicar?
escribe Mackidockie
Si tan sólo Robert Banks Stewart hubiera ahondado un poquitito
más en las características de sus personajes secundarios, buenos y malos,
los laureles de la victoria caerían sobre este novedoso episodio. Cuando
Sir Clive Todd, un eminente oficial del gobierno, aparece herido en circunstancias
muy dudosas, sus camaradas llaman a Steed y a Emma para cuidarlo y de
paso vigilar sus movimientos (en otras palabras, el tipo estaba en capilla).
Primera interpretación de Emma como enfermera (¡con las uñas pintadas!
... ¿qué pasó Emma?), mientras Steed se hace el lindo con la hija de Sir
Todd, una muchacha salida del jet-set europeo que le informa que su padre
pertenece a un club para intelectuales llamado Ransack. Para cuando Sir
Clive despierta, Steed no alcanza a preguntarle nada, ya que su médico
le administra una inyección letal. Al despertar del trance en el que se
encuentra y responder al duro interrogatorio al que lo someten, termina
confesando que él también pertenece a Ransack. Sucede lo obvio: Steed
se enrola como un superdotado, y Emma (que a esta altura dio más vueltas
que zapallo en carro), ingresa como secretaria. En realidad Steed logra
pasar ante todos como un Einstein gracias a que Emma le proporciona las
respuestas a las preguntas de su test (¡qué útil hubiera sido tener una
secretaria amiga allá en mis épocas escolares!).
Buscando a Emma para idear un plan, Steed se sorprende al encontrarla
en un trance similar al del médico, mirando películas de entrenamiento
militar y saliendo más tarde a practicar lo aprendido. A su regreso, niega
todo, pero luego atando cabos se da cuenta de que los miembros de Ransack
están siendo víctimas de hipnosis a través de parlantes instalados en
cada habitación. Cada uno es entrenado para robar una parte de un misil
nuclear instalado cerca de allí. Haciéndose pasar por un hipnotizado más,
Steed concurre a una de las reuniones secretas, pero al ratito lo descubren
(¡debe haber parpadeado mucho, pobre!) y ordenan su ejecución. Cual alumna
chupamedias, Emma es la primera en ofrecerse para incrustarle una flecha
en quien sabe que parte de su cuerpo, y cuando regresa triunfante se dan
cuenta de la farsa y comienza la pelea de costumbre, entre colchonetas,
aros y camas elásticas. El cerebro detrás del robo resulta ser la profesora
de arquería, Holly Trent, un personaje que hasta ahora no mencioné debido
al poco aporte que hace a la historia, pero que de última resulta ser
la mala ... ¡y no me digan que alguien se avivó antes del final porque
no les creo! Trama original, excelentes diálogos, escenas con doble sentido,
pero ¿porqué, porqué, los personajes secundarios brillan tan poco?. Emma
toma venganza luego de que Steed fingiese su asesinato en The Murder
Market, pero antes lo ayuda a desempacar (¡qué dulzura!). El pobre
Steed tiene que soportar al médico de Sir Clive analizando su cerrada
personalidad, pero afortunadamente es recompensado con la posibilidad
de llamar a una "acompañante" en caso no poder dormir (¡vamos Steed todavía!).
Un episodio con mucho potencial, pero le faltó el empujón final.
escribe Pablo Alonso
Creo que lo que más me molesta en The Master Minds, a primera
vista, es el lápiz labial que usaba Emma en los primeros episodios.
Sin embargo, tampoco hace suficiente mérito para estar entre los
mejores de la temporada. Por supuesto que aún así tiene
el suficiente charm del trademark avenger para estar por encima
de casi todos los de la época Tara King. La idea central (de Robert
Banks Stewart, quien haría un verdadero clásico luego con
Quick Quick Slow Death) es piola, pero el
concepto de una sociedad manipuladora de sus miembros para fines opuestos
a los intereses de la Corona, fue luego utilizado de distinta y mejor
manera en The Danger Makers. Hay varios
detalles inconsistentes, como la conducta asesina del Dr. Campbell, lo
pronto que Steed se da cuenta que éste había matado a Sir
Todd (¿no podría, en cambio, haberlo drogado?), y que Campbell,
habiendo asesinado a un miembro del gobierno, sea tratado tan contemplativamente
(incluso tiene arresto domiciliario...¡en la casa de otro!). Además
no hay personajes interesantes, excepto la desaprovechada Davinia. Holly
Trent, verdadera master mind, es una decepción. Si bien
uno sospechaba del excéntrico Profesor (cuyas imágenes cabeza
abajo lo mostraban con una expresión bastante psicótica)
mientras que Holly parecía simplemente una tiradora de arco atraída
por Steed, el giro es típico de la serie pero en este caso, al
no conocer ninguna de sus motivaciones, el personaje queda sin redondear,
más allá de que Patricia "Lo, Lo, Lo, Lo, Lola"
Haynes hace lo mejor que puede con el personaje.
Por supuesto que igualmente tiene varios momentos valiosos: muy buenas
líneas entre Steed y Emma (especialmente mientras Emma salta como
una nena sobre la cama elástica; un partido de tenis perpendicular,
como diría Steed), Steed sobrando la situación con el Mayor
Plessy y Sir Jeremy (hasta que la cosa lo obliga a ponerse más
serio) y retrucándole virulentamente las observaciones psicológicas
a Campbell; algunas escenas graciosas como la del examen, y sobre todo
la pelea final sin música de fondo y alternándose con las
imágenes proyectadas en el recinto. Aunque Peter Graham Scott no
eligió mostrar el momento en que tras la pantalla se le suelta
el pelo a Holly, dando la sensación de que falta un plano; además,
al estar posiblemente viendo todo el tiempo la silueta de dos dobles (probablemente
hombres) en lugar de Rigg y Haynes, la cosa pierde un poco de gracia.
Y no sé muy bien cómo interpretar el armario de Steed lleno
de fotos de musculosos...
En síntesis, interesante premisa, buenos momentos, pero la ejecución
no le hace total justicia. Por supuesto que al ser de la temporada cuatro,
el piso de calidad es alto.
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