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Quinta Temporada
"Cuando
alcanzaba la cima, miraba hacia abajo y me daba vértigo". Patrick
Macnee, "The Avengers and Me", p. 131
Con esta metáfora tan elocuente y llena
de significado, Pat no sólo describe magistralmente lo que ha sido toda
su carrera artística, sino también los avatares de su propia vida.
En el tope de su popularidad con Los Vengadores
y en lo que creía el pináculo de su vida, en ese mismo 1966 Patrick sufriría
dos desencantos que tarde o temprano terminarían sumiéndolo en una profunda
depresión.
El viaje promocional a USA no había concluido
aún, cuando durante una breve estada en Malibu, California, su esposa
Kate anunció sorpresivamente que lo dejaba para irse con otro. Poco después
y ya de vuelta a casa, Diana Rigg le confesó que cansada de un salario
miserable y de los malos tratos por parte de los directivos de la ABC,
abandonaría el show.
No eran precisamente, los alicientes que
Patrick necesitaba para fortalecer su frágil carácter.
“No puedo hacerle frente a
las cosas. No pude antes y no puedo ahora... Siempre me fue difícil enfrentar
la realidad, pero sí muy fácil hacerlo en un set. Ahí puedo esconderme,
sabés, perderme en el personaje”. Patrick Macnee, “The Avengers and
Me”, p. 90
Habiendo perdido la batalla con Kate, Patrick
contraatacó débilmente por el lado de Diana, aunque no a través de una
charla franca y abierta, sino simplemente rogándole que se quedara. No
sólo fueron necesarias sus palabras. Pronto Di se vio apabullada por un
elegante trato por parte de los directivos, que no totalmente convencidos
en perder la perla que había elevado el show a la categoría de “exitazo”,
decidieron ofrecerle algunos billetes más, procurando con ellos, taparle
un poco la boca.
Finalmente Di logró ser disuadida, aceptó
filmar los 25 episodios en color, impuso algunas pequeñas condiciones
como que paralelamente se le permitiera trabajar en teatro para la Royal
Shakespeare Company y volvió al set de Los Vengadores. A Pat deben habérsele
caído unas cuántas lágrimas de felicidad al enterarse de su regreso. Sin
embargo, Di dejaría debidamente aclarado que ésta sería su última temporada
con la serie.
El rodaje del primer episodio policromático,
The Fear Merchants (Los Mercaderes Del Terror),
comenzó el 5 de septiembre del ’66. No sólo el color era un atractivo
para esta temporada, aunque de hecho sí el más poderoso. Brian Clemens,
el muchacho maravilla de las ideas brillantes y originales, había incorporado
un capcioso método para prender al público frente al TV desde el primer
minuto de proyección. Luego de la infaltable presentación de la trama
inicial, seguía una breve escena en la que generalmente Emma era sorprendida
en su casa con una leyenda que decía “Mrs Peel... We’re Needed” (“Mrs
Peel... nos necesitan”) y que aparecía en la forma y en los lugares más
inimaginados, seguida por la amplia sonrisa de Steed, emergiendo de la
nada para llevarse a Emma al lugar donde eran “requeridos”.
Este recurso se llamó “teaser” (“bromista”)
y ha sido compilado en muchos libros con la misma precisión que los famosos
“tags”, es decir, las escenas finales de cada episodio, donde Emma y Steed
coronaban su caso resuelto con alguna salida ingeniosa, divertida, delirante...
o incluso sugerentemente romántica... casi indefectiblemente seguida por
el ya tradicional brindis con champagne, otros de los puntales de la serie.
“Tags” y “teasers” han sido una marca registrada
de Los Vengadores. Mientras los “tags” de la cuarta temporada siempre
mostraban a Emma y Steed desplazándose en algún vehículo estrafalario
(¡hasta en un globo!) con rumbo “desconocido”, en la quinta hacían lo
mismo pero subidos en autos antiguos que de hecho pertenecían al Museum
of Vintage Cars de Lord Montague.
Y aunque a esta altura ya nadie podía concebir
a Steed manejando otro auto que no fuera un modelo antiguo, Patrick, un
volante consumado acostumbrado a guiar por la izquierda o la derecha con
idéntica pericia, protestaba generosamente con ellos. No sólo que no podía
encajar los cambios, sino que más de una vez o debía contentarse con ser
filmado deslizándose cuesta abajo, o debía requerir que un grupo de fornidos
utileros le dieran un empujón, cuidando de que éstos no fueran captados
por la cámara, o bien dejaba que un doble condujera por él.
La sofisticada elegancia que hacía de Steed el perfecto caballero británico,
despertó el interés de nada menos que los famosos diseñadores Pierre Cardin
y Hardy Amies, quienes ni lerdos ni perezosos en reiteradas ocasiones
le propusieron a Patrick una sociedad para diseñar nuevos modelos de vestuario
masculino. Sin embargo tal sociedad nunca llegó a concretarse y Patrick
se quedó con cierta frustración, pero a la vez con su orgullo propio de
ser el responsable del diseño de cada “trapo” que Steed se ponía encima
y que de hecho hacía saltar de sus asientos a sus enardecidas fans.
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