Desde
Caravaca de la Cruz, España, Andrés Martínez nos
envió este interesante artículo sobre Diana Rigg, publicado
allá por enero de 1975, en el N° 889 de la desaparecida revista
española "Tele-Radio".
En rigor, más que "sobre" deberíamos
decir "de", ya que la nota está escrita en primera persona
y firmada por la propia Diana Rigg. Si fue realmente ella la autora o
su firma es sólo una picardía del cronista a cargo, no lo
sabemos. Lo importante, en definitiva, es que el texto contiene una breve
y muy amena biografía de la actriz, narrada en un estilo simple
y llena de jugosos detalles sobre su vida personal y artística.
Por otro lado, la extraordinaria galería de fotos que
ilustra el artículo es un verdadero hallazgo. Formada íntegramente
por imágenes exclusivas que incluyen entre ellas preciosas
fotografías de Diana Rigg siendo niña, en compañía
de su padre y su hermano la muestra constituye un verdadero festín
para los ojos.
A efectos de facilitar la lectura de la nota y evitar largos
tiempos de descarga de imágenes a las personas con conexiones lentas,
decidimos transcribir su contenido textual íntegro. Haciendo click
sobre los facsimiles de la revista se podran ver las fotos de Diana Rigg
en una página aparte, que incluye enlaces a otras imágenes
de mayor tamaño.
"Ser
Popular Me Ha Robado Mi Vida Privada"
Nací el 20 de julio de 1938 en Doncaster (Inglaterra), pero pasé
la mayor parte de mi niñez en la India, donde mi padre trabajaba
en los ferrocarriles como ingeniero. Somos dos hermanos. Mi hermano es
cuatro años mayor que yo, y en la actualidad es piloto de la Royal
Air Force. A la India llegué cuando contaba dos meses. A los siete
años, los problemas de la independencia del país obligaron
a mis padres a enviarnos a mi hermano y a mi a un internado de Londres.
Los acontecimientos habían provocado una gran preocupación.
Del colegio conservo detallados recuerdos, incluso el olor del primer
día de clase. Fuí feliz en aquel internado y todavía
conservo amigas de aquella época. Casi todas proveníamos
de lugares lejanos. Otras eran hijas de matrimonios fracasados. Ambas
circunstancias despertaron en nosotras un gran sentido de unión.
Mi
padre regresó de la India dos años y medio después.
Toda la familia nos trasladamos a Leeds, donde ingresé en una escuela
cuáquera. No me gustó. Allí no respondían
a mis "porqués". A los doce años me definieron
como "demasiado sofisticada para su edad". ¡Una solemne
estupidez!
Ya era una chica alta y de aspecto saludable entonces. Sin embargo, no
me gustaba el deporte. Mi carácter nunca ha sido competitivo. Cambié
de escuela. Durante esos años, mis calificaciones demostraron que
era una excelente alumna en lengua inglesa, lo que inclinó a mi
maestra, la señorita Sylvia Greenwood, a inscribirme en una escuela
de arte dramático. Todo sucedió durante un "test"
que nos hicieron en el colegio. Todas las niñas respondían
que ellas querían ser o secretarias o enfermeras. Yo, no. Desde
el primer momento dije: "Actriz". La maestra comentó:
"Creo que eso es todo lo que se puede decir de usted". Y tenía
razón.
Aprendiendo A Ser Actriz
A los diecisiete años estaba ya en Londres, matriculada en la
Real Escuela de Arte Dramático. Mi padre me buscó un alojamiento.
Aquellos años eran los de la moda de las cafeterías. Allí
se charlaba, se encontraba a los amigos. Y allí tuve una dura lección.
Descubrí con horror el enorme número de jóvenes que
aspiraban a lo mismo que yo: a ser actor o actriz. ¡Y yo que me
creía un bicho raro!
Para ayudar a mis gastos trabajaba en un café como camarera. El
primer año de estudios fue bien, pero el segundo resultó
catastrófico. No comprendo todavía lo que sucedía,
pero me dormía durante las clases. La cuestión es que al
terminar los estudios me dieron un diploma, uno de esos certificados que
aseguran que uno ha pasado por esa escuela, pero que ¡maldita la
gracia que le hizo a la escuela tu presencia!
Terminó la escuela y me quedé seis meses sin trábajo.
Si no podía vivir como actriz, tendría que vivir de alguna
forma. En resumen: pasé modelos, fui camarera, escribiente, telefonista...
de todo. Cuando encontré mis fuerzas agotadas y mis bolsillos gastados
de tanto buscar ese penique que nunca se encontraba allí, un amigo
me propuso un trabajo como actriz. ¡Y además era un papel
con frase!
Recientemente
había tenido una prueba en la Compañía Real Shakespeare,
pero me habían dicho que regresara un año después,
cuando tuviera más experiencia. Ingresé en la compañía
de mi amigo y estuve todo el año interpretando todo lo que me ordenaron.
Pasó el año de experiencia que necesitaba y volví
a la Royal Shakespeare Company. Hice otra prueba y me aceptaron. Acababa
de dar un paso de gigante. Al menos para una actriz era un trabajo digno.
Pertenecía al teatro clásico. Mi primer papel con frase
fue el de Andrómaca, en "Troilo y Cressida", pero hubieron
de transcurrir dieciocho meses antes de que eso sucediera. Peter Hall,
el director, durante los ensayos (ensayos en los que únicamente
demostrábamos nuestra capacidad de estar de pie o de andar por
el escenario), decía que yo era lo peor que había visto
pisar un escenario en lo que se refería a caminar con soltura.
Otra de las chicas que, a su juicio, también caminaba desastrosamente
era Vanessa Redgrave. Pero ¡qué actores estaban allí!:
Laurence Olivier, Charles Laughton. Paul Robesson, Albert Finney...
Teníamos clases de dicción. movimiento, expresión...
todas ellas excelentes. Un día, Peter Hall anunció que pensaba
formar compañía propia y que buscaba talentos. ¡Cielo
santo!, me aceptó. La compañía se Inauguró
con "Ondine". Leslié Carón, entonces la esposa
de Peter Hall, y Richard Johnson eran los protagonistas.
Me convertí en una actriz especializada en teatro clásico.
También intervine en algunos papeles en la televisión. Sorprendentemente,
en las fichas de los productores de una de las cadenas figuraba como "belleza
poco convencional y demasiado alta". Un año después,
cuando obtuve el papel de Emma Peel en "Los vengadores", la
publicidad aseguraba que era "hermosa como una amazona y extraordinariamente
femenina". Incomprensible.
Señora Peel En "Los Vengadores"
¡Qué de problemas me trajo convertirme en la señora
Peel!
Me vi de pronto metida a famosa. No podía ir al supermercado ni
a la tintorería. El correo venía lleno de cartas que me
pedian fotografías o me citaban para salir. Hoy puedo confesar
que ni abrí ni leí el noventa por ciento de aquel correo.
Fueron
dos años y medio maravillosos, aunque muy duros, los rodajes comenzaban
a las siete de la mañana y terminaban a las ocho de la noche. No
obstante, cada episodio era diferente y la amenidad del trabajo compensaba
de alguna manera por aquel sacrificio. Por otra parte, las reacciones
del personaje no eran demasiado diferentes a las de mi carácter,
así que me sentía cómoda interpretando a la señora
Peel. Cuando comencé la serie, en 1965, nunca pensé que
duraría tanto tiempo ni que me convertiría en una mujer
popular.
"Chica Bond" Y Actriz De Teatro Clasico
Fue mi popularidad la que permitió que me dieran el papel en el
film de James Bond, "Al servicio secreto de Su Majestad". Los
productores, tras la deserción de Sean Connery, necesitaban que
alguien diera peso al reparto. Yo no soy una "chica Bond", pero
acepté el papel porque los productores me lo rogaron. Necesitaban
una actriz de mis características, "desenfadada y atractiva"
para apoyar a un actor inexperto. ¡Y porque estaba muy bien pagado!
¡Cincuenta mil libras! Esto sucedía el año..., sí,
el año 1969.
Estos cinco últimos años he intervenido en cosas bastante
importantes. He procurado no apartarme del teatro, que creo es mi verdadera
vocación, y he protagonizado obras como "Pygmalion",
"El misántropo"... También rodé una película
junto a George Scott, "El hospital". A pesar de que he tenido
numerosas ofertas cinematográficas, he rechazado la mayor parte
a causa del teatro.
Pienso que he tenido una carrera demasiado extravagante. He intervenido
en asuntos muy dispares. MI mayor fracaso fue una serie de televisión
que rodé en Estados Unidos, "Diana". Trabajamos durante
doce horas al día. Pero la serie fue retirada en el capítulo
catorce.
El Precio De La Popularidad
Lo único que siento de mi trabajo en "Los vengadores"
es que, aunque me dio la mayor parte de la popularidad de que disfruto,
me arrebató mi vida privada. Lo siento, pero ese fue el precio.
La
publicidad destrozó mis relaciones con el director Phillip Salville.
No nos casamos, pero creo que amaré toda mi vida a este hombre.
Luego vino mi desdichado matrimonio con el pintor israelí Menachem
Gueften. Siempre he despreciado esos titulares de periódico que
dicen: "La actriz se divorcia". Pero a los once meses de matrimonio
me encontré con uno de ellos. Tengo ya treinta y seis años,
pero creo que nunca trataré de ocultarlo. Si hay algo que me produce
una enorme hilaridad son las actrices que tratan de aparentar diez años
más joven de lo que en realidad son. Desde los dieciséis
años, en que ingresé en una escuela de arte dramático,
me he visto metida en este oficio. Todavía me gusta. Creo que he
ganado y he perdido el mismo número de batallas, y no ser un perdedor
ya es algo en la vida. Una persona debe realizar todas las posibilidades
que lleva dentro. Es meior ser vulnerable que estar a la defensiva. Y
hay que cometer muchos errores. En la vida uno es un viajero; por lo tanto,
hay que cambiar y estar en movimiento continuo. Son los cambios los que
provocan los errores. pero uno no debe arrepentirse de ellos.
Diana Rigg
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