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escribe Terylene
Vaya buen rato que uno pasa viendo
"Love All" y lo mucho que este delirante episodio nos hace recordar
la esencia de Los Vengadores, particularmente a partir de la era Peel--extravagancia,
buen humor y esa pátina del pop de los '60, quizás a modo
de homenaje (á la Avengers, eso sí) al himno de los
Beatles "All you need is love". Cabría preguntarse si
el guionista Burnham no pretendió realmente armar un juego de palabras
con el estribillo del tema de los legendarios Lennon-McCartney.
Que el amor todo lo puede, de eso no hay
duda. Pero, claro, el amor en Los Vengadores puede desencadenar situaciones
completamente inesperadas. Que de pronto y de la nada, adustos hombres
mayores de evidente inclinación misógina y con un alto cargo
en el Ministerio caigan como moscas en las redes del amor de una Venus
burda y desaliñada, o de una uniformada de nulos atractivos físicos,
no es una situación común. Ni qué decir de cuando
al promediar el episodio, el televidente comienza a tener pistas de que
esos libros que leen los futuros Romeos y Julietas minutos antes de caer
tiernamente enamorados, alguna fuerte implicación deben tener.
Es que la idea central, aunque alocada,
no está totalmente divorciada de la realidad. Es decir, uno puede
pensar en un disparate al imaginar ciertos micropuntos (en verdad, precursores
de las pilas para calculadoras y relojes que en 1968 la tecnología
aún no había puesto a nuestra disposición) con capacidad
para desarrollar un determinado sentimiento en quien lee el mensaje que
portan. Pero... cuidado. No es un recurso novedoso ni descabellado la
utilización de mensajes subliminales para alcanzar un determinado
propósito. Es más, desde fines de los '50 el empleo de mensajes
subliminales en publicidad, cine, televisión, dibujos animados,
música y ahora Internet, entre otros, ha venido creciendo raudamente
y hoy por hoy constituye una de las herramientas de marketing más
poderosas que se conocen. Como episodio de una serie adelantada a su tiempo,
no debería sorprendernos si el quid de la cuestión de "Love
All" reside más bien en una parodia de este tipo de artilugio
comercial, en lugar de una fantochada pop recostada en el absurdo. Eso
explicaría, quizás, por qué Steed, a diferencia de
los demás, no es afectado por la leyenda de los micropuntos, ya
que el receptor del mensaje subliminal no siempre reacciona del mismo
modo.
¿Y qué decir de la "máquina
escritora de novelas" disfrazada de Rosemary Z. Glade? ¿No
es acaso, otra parodia de los "enlatados" que suelen venderse
desde las estanterías con el rótulo "Romance"
y otros etcéteras en tantas librerías a las que entramos
a curiosear? Quien haya concebido la idea de tal artefacto melbrooksiano,
que no parecía formar parte del guión original, y el condescendiente
personaje de Thelma, que luce hasta avergonzada por "desilusionar"
a su "admirador" Steed con su falsa identidad, ha dado una vez
más en el clavo.
A fuer de sinceros, admitamos que todos
los personajes de esta historia dan en el clavo, desde los principales
del elenco hasta los secundarios. Enumerar a todos sería arduo,
pero Martha es, en especial, un caso aparte. Por empezar, introduce una
interesante variación entre los "traidores en la organización",
en el sentido que es la primera vez que tal cartelito no cuelga de un
alto funcionario del Ministerio, sino exactamente lo contrario--de una
empleada de limpieza. Lo que indica que el Ministerio era permeable a
todo tipo de dobles espías con los rangos y ocupaciones más
diversos. Por otro lado, el trabajo de maquillaje y caracterización
sobre la actriz Veronica Strong es asombroso; cuesta creer que la poco
atractiva Martha se convierta en cámaras en una esbelta y bella
joven, como si se tratara de una modernizada versión del cuento
de la Cenicienta.
Los toques de humor permanecen a la orden
del día a lo largo de todo el episodio y la tag scene no podía
ser más hilarante: Steed, el British gentleman, ¡ahora ídolo
de adolescentes! Patrick Macnee se contradice en sus dos libros acerca
de cuándo exactamente se rompió unas cuántas costillas
en el momento en que Steed rescata a Tara de la ventana. Si fue durante
un ensayo o en la misma escena que vemos en pantalla, no está totalmente
claro. Lo que sí está, es que Patrick se acuerda muy
especialmente de "Love All".
Bueno, no sólo él. Hay mucho
de este episodio que se recordará siempre y que pasará indefectiblemente
a la categoría de clásico que a todos agrada. Tal vez porque
nosotros mismos, como espectadores, también nos dejamos seducir
a primera vista por los sensuales micropuntos de la Casanova Ink Company...
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