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b) La Televisión ¿Es Arte?
Nacida a inicios de los años cincuenta,
adolescente en los sesenta, la televisión ingresó durante esta última
década a un nuevo escenario en donde aquello que hasta el momento era
visto como banal, cobró una nueva dimensión estética bajo la mirada
del Pop. Lo popular, lo masivo e incluso lo comercial irrumpieron de
pronto en un dominio que hasta entonces sólo era frecuentado por lo
"sublime".
Al
margen de lo artística que pueda considerarse o no esta corriente y
no obstante la inocultable influencia ejercida por ella en la concepción
visual de la temporada 6 de Los Vengadores (no olvidemos que el Pop
es una corriente originalmente británica, posteriormente emigrada a
los EEUU) es posible que muchos lectores frunzan la nariz frente a la
posibilidad de analizar un programa de televisión bajo la luz de una
verdadera creación artística (de hecho, algunos considerarán una exageración
que Los Vengadores y en particular Tara King, puedan ser dignos de este
modestísimo ensayo). De ser así, nos enfrentamos nuevamente al problema
del purismo. Para estas personas, el arte sólo es concebible en términos
absolutos y cualquier injerencia comercial dentro de su dominio lo convierte
inmediatamente en algo espurio.
No es mi interés discutir aquí el valor
o no de estas apreciaciones, sino separar la paja del trigo y desandar
lugares comunes, destacando la existencia de vericuetos propicios para
el accionar creativo aún en medios regidos por parámetros ajenos a la
creación artística. Más allá de la carrera por el rating y por debajo
de las presiones comerciales y las estrategias de mercado, una producción
televisiva como Los Vengadores fue impulsada en sus inicios, si no por
el "arte", sí al menos por una auténtica y extraordinaria
creatividad, cuya originalidad en el abordaje y tratamiento de un género
tradicional como el del policial-espionaje, produjo un hito en la historia
de los seriales televisivos a nivel mundial, ya sea que se los considere
artísticos o no.
El rédito económico que produce una obra auténtica no representa una
amenaza a la creatividad o el talento. El problema del dinero afectando
al arte comienza cuando la lógica de mercado, celosa del éxito obtenido
sin su padrinazgo, obtura esos huecos por donde el arte fluye, queriendo
orientar su libre desarrollo. De allí al fracaso hay un solo paso. La
nueva edición de Los Vengadores que asomaría a las pantallas del mundo
en 1968, estaría marcada también por este sino trágico.
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