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escribe Mackidockie
Cuando ya habíamos llegado a la conclusión de que
nada en el mundo podría hacer que Brian Clemens recibiera de nuestros
labios una critica negativa por sus guiones, llega este episodio para
demostrarnos lo contrario. Todo se inicia de una manera prometedora, con
varias secretarias asesinando a sus jefes (digamos que el sueño
de todo empleado, no sólo de las secretarias), para luego reportarse
a un jefe con voz de mujer (buen comienzo, ¿verdad chicas?). Dentro
del auto de la siguiente víctima Steed percibe un perfume familiar,
y, muestra en mano, envía a Emma con un perfumólogo (un
experto en perfume, obviamente) para que lo identifique. En cuestión
de segundos, nuestro amigo narigón (¡así cualquiera
es perfumólogo!) identifica la fragancia y promete una lista de
compradores de la misma, pero antes de eso es asfixiado por su eficiente
secretaria (o sea que su pequeña nariz jamás volverá
a deleitarse con aromas exóticos). Steed descubre que cada infortunado
ejecutivo tenía un complicado sistema de contabilidad que sólo
sus secretarias comprendían, o sea que con la muerte de sus jefes
ellas quedaban a cargo del negocio. Ahora sólo resta tenderles
una trampita a las astutas secretarias, y quien mejor que nuestro Casanova
Steed, siempre dispuesto a sacrificarse por una falda...
Por su parte, Emma fraterniza con otra secretaria y luego del trabajo
la sigue hasta sus clases de aeróbicos, dictadas por un matrimonio
bastante extraño. Una vez que Emma demuestra sus aptitudes como
líder es invitada a formar parte del grupo de "asesinas de
hombres", la verdadera ocupación de la escuela de aeróbicos.
Su capitana, Henrietta, nunca es vista en público, sólo
a través de fotografías, y su voz puede escucharse, pero
en vez de salir de un parlante sale de una muñeca fea y con cara
de Chirolita (es más, vamos a bautizarla "La Novia de Chirolita").
Cuando Emma está a punto de ser aceptada, la secretaria del "narigón"
la reconoce y un nuevo desafío se presenta para el grupo: tener
que matar a una mujer. Afortunadamente Steed, a fuerza de nalgadas y cosquillas,
obtiene información sobre la peculiar actividad de este grupo de
mujeres y llega a tiempo para salvar a Emma y desenmascarar al esposo
de la fallecida Henrietta, Henry, como el verdadero artífice de
esta venganza hacia los hombres, ya que fue la ambición de los
empresarios lo que arruinó la carrera de Henrietta. ¿Y la
voz de la muñeca? Simple ventriloquismo (¿les dije o no
les dije que era "La Novia de Chirolita"?).
En vez de comentar lo que me agradó de este episodio, voy a hablar
sobre lo que no me agradó. No estoy en contra de burlarse del feminismo
(así como del machismo) porque las considero posturas sin ningún
sentido. Tanto los hombres como las mujeres somos seres humanos con características
propias de nuestro sexo que seguirán existiendo aunque pasen los
años y las costumbres cambien, y que debemos aceptar y tolerar,
pero lo que Brian Clemens hizo a lo largo de TODO el episodio no fue ridiculizar
el concepto del feminismo sino que ridiculizó a las mujeres en
general, feministas y no feministas. ¡Qué vergüenza
Clemens! ¡Se me cayó un ídolo!
¿Un grupo de mujeres con inteligencia suficiente como para matar
a un grupo de exitosos ejecutivos va a dejarse engañar por un solo
hombre y su muñeca? Pobre, muy pobre es todo lo que me resta por
decir.
escribe Terylene
Luego de ver y analizar concienzudamente este episodio, uno se
pregunta si Brian Clemens realmente quiso parecer sexista en su
guión. Algunos no estamos muy convencidos. Más allá del lema que sostenía
a rajatabla el grupo de mujeres asesinas ("¡Ruina para todos los hombres!")
¿es dable hacer referencia aquí a la superioridad de un sexo sobre otro?
¿O no será que en este episodio otro motivo de mayor peso queda
enmascarado por esa alusión a la eterna batalla de los sexos?
Veamos un poco. Por empezar, Henry no es un hombre dominante (todo lo
contrario, cuando sólo dice "Sí querida, no querida") mucho menos
un mastermind o un villano, ni tampoco pretende demostrar superioridad
alguna. Henry es un hombre traumatizado por el odio, que amaba a su Henrietta
de carne y hueso y cree que matando hombres poderosos logrará vengar la
muerte de ella. No es novedad que los magnates del showbiz hagan estragos
en la vida de sus propias estrellas. Eso pasó en el Hollywood de Oro (los
casos de Judy Garland y Montgomery Clift deben ser los más patéticos)
y sigue pasando hasta hoy. De modo que tampoco sería novedad que un talentoso
artista desarrollara una venganza enfermiza, sin medir las consecuencias,
por las atrocidades cometidas contra su ser querido. La pregunta es, entonces:
¿puede tomarse a un enfermo como estandarte del poder sobre un grupo de
mujeres igualmente movidas por el odio y deseosas de venganza?
Porque... fundamentalmente ¿qué buscaban estas mujeres? ¿Ser superiores
a sus jefes masculinos? ¿U ocupar un puesto laboral que tradicionalmente
les estaba vedado? Si por sexismo se entiende la creencia de que la mujer
es débil, menos inteligente y menos importante que el hombre, entonces
de acuerdo a lo que vemos en pantalla, no podemos hablar en esos términos.
Henry odia a los hombres por lo que hicieron con su Henrietta y estas
mujeres odian a los hombres porque siempre estuvieron condenadas a su
papel de secretarias. Una coalición perfecta para llevar adelante un plan
de lucha entre sexos donde el único factor común es el odio y la
venganza y no el sexismo. Y la venganza, ¿no ha sido uno de los
ejes centrales de las historias de Los Vengadores?
Lo que parece fuera de lugar aquí, son las premisas que Clemens ha mantenido
para Steed y Emma, especialmente en los minutos finales. Nótese que es
Steed el que no sólo parece gozar con golpear a Henry, sino el que siembra
esa línea de sexismo entre las mujeres, explicándoles que en todo momento
habían estado tomando órdenes de un hombre. Y a pesar que lo vemos compadecerse
luego de escuchar la confesión de Henry, arremete contra un hombre vencido
emocionalmente para matarlo de un tiro, cuando sabemos muy bien que él
tiene otros métodos para sacarle el revólver a una persona débil y vacilante.
Esta inexplicable actitud mucho se contrapone al Steed de otra historia
de Clemens, "Split!", cuando el mayor Rooke le ruega que lo mate: "¿Matarte?
Mejor te curo", le responde Steed. Por su parte Mrs Peel también aparece
descolocada cuando inicia una ridícula pelea con las mujeres (para colmo,
pésimamente filmada) luego de que éstas ya no parecían ejercer ninguna
amenaza sobre ellos. Claro, no hubiera sido Los Vengadores sin una pelea
final, pero hay que admitir que Clemens aquí marró totalmente el motivo
de esa lucha, simplemente porque tal motivo ya no existía. La muerte de
Henry es una escena triste de la que ni Emma ni Steed hacen comentario
ni menos aún festejo, algo muy raro de las épocas Peel, toda vez que ambos
despachaban al malo de turno. Si en ese punto hubiera acabado el episodio,
mucho hubiera hecho por redimir las fallas apuntadas, pero la tag scene
suena definitivamente a burla. Lástima.
Una mención especial para Christopher Benjamin por su eterno y brillante
rol de excéntrico (también lo hizo en la mencionada "Split!) y por sus
líneas de doble sentido y tono subido ("Ahora está viendo la espléndida
bestia, desnuda ante Ud.," le dice a Mrs Peel). Y una última acotación:
si no hemos visto esa muñeca que "personifica" a Henrietta nuevamente
en "The £50,000 Breakfast"... ¿en dónde la vimos, entonces?
escribe Pablo Alonso
Los Vengadores fue una serie que supo hacerse eco de los cambios
del mundo que la rodeaba. En este caso el fenómeno de la emancipación
femenina le dio pie a Brian Clemens para escribir este episodio.
El producto final, más que machista (haber desarrollado un personaje
como Emma Peel exime a Clemens de tal acusación) es simplemente
tonto. Por momentos parece hecho a medida del estilo fijado a partir de
esta temporada, como en el teaser, pero a lo largo de la historia la idea
se va yendo de los límites de lo aceptable.
Hubiera sido más coherente presentar a todas esas secretarias
como simples perras hambrientas de poder que tan sólo eliminaban
a sus jefes para quedarse con sus negocios, ya que después de todo
no terminan quedando frente a los espectadores como mucho más que
eso. No se muestra una sola motivación psicológica ni en
su experiencia de vida que las haya llevado a tales extremos. Incluso
los jefes para los que trabajan no obedecen todos al mismo patrón
de conducta. Y ese lema de "Ruination to all men!", ¿no
choca un poco al tener a un hombre (o los deshechos de uno, al menos)
en su organización? ¿Implica que las chicas (amazonas modernas,
como las definió Emma) se las arreglan entre sí para todos
los asuntos? Se puede aceptar que no se den cuenta quién manejaba
a Henrietta, ¿pero por qué se resignaban a recibir órdenes
de una muñeca? Las cuestiones de verosimilitud no siempre cierran
perfectamente en los episodios de la serie, pero esta vez la cosa se vuelve
bastante estúpida. Como lo es el momento en el que Steed es sorprendido
por las chicas, cada una blandiendo un arma distinta. Es curioso que Clemens
no haya sabido manejar las cuestiones de hipérbole, porque incluso
lo exagerado tiene que tener un límite para que funcione; parece
más del estilo de los que hicieron la fallida película.
En cuanto al cast invitado, las secretarias que llegan a tener líneas
de diálogo son víctimas del guión y la dirección,
por lo que no se las puede ponderar mucho. Christopher Benjamín
compone un excéntrico bastante elogiado, pero a mí en lo
particular me resulta fastidioso con sólo verle a la cara. Arto
Morris, con maquillaje alrededor de los ojos, esas ropas negras y su actitud,
es patético y enfermo; esa era la intención, por lo que
esta muy bien, o tan bien como puede estar con este guión. Porque
si lo que Henry buscaba era vengarse de los hombres de negocios, con hacer
que sus chicas los matasen alcanzaba. ¿Para qué el dinero?
Otra de Henry: si cuando Steed lo golpea en el estómago, razonablemente
se queda sin aire, ¿cómo es que cuando es ahorcado por una
de las secretarias y por Emma, la voz de Henrietta no es afectada en lo
más mínimo?
Sin embargo, a pesar de todas las falencias, el episodio tiene una virtud:
no aburre; la progresión lleva un buen ritmo: es una mala historia
bien contada a pesar de varios floreos innecesarios como la insistencia
en mostrar las pulseras de las chicas. Además, Patrick Macnee y
Diana Rigg hacen su aporte habitual, con algunos momentos tiernos entre
ambos; cuando comparten sofá y cuando una asustada Emma busca refugio
al lado de Steed (incongruente con la historia pero linda imagen).
Entonces, después de dos párrafos mostrando sus defectos,
en estas pocas líneas confieso que me entretuve viendo este episodio
(y eso que para este review lo hice por tercera vez), lo que es más
que lo que puedo decir de otros episodios de esta y otras temporadas.
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