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Del West End A Broadway
Cerrada
la etapa Emma Peel, Diana se abocó a participar en una película tras otra,
al menos durante 1968-69. Primero le tocó a la producción televisiva de
Sueño de una Noche de Verano, a cargo de la Royal Shakespeare
Company, repitiendo su papel de Helena y compartiendo cartel con actrices
como Helen Mirren y Judi Dench. A pesar de considerarse muy mala para
el papel, y de recibir una paga mucho menor a la que estaba acostumbrada
por su personaje de Emma Peel, Diana respondió inmediatamente al llamado
de su amigo Peter Brook, siguiendo así el ejemplo de una de las personas
a quien ella más admira, el actor Paul Scofield.
"La belleza de todo ésto es que
tenemos a un hombre que acaba de ganar un Oscar yHollywood está detrás
de él. ¿Y él que hace? Vuelve a Stratford. Obviamente que lo quemenos
le interesa es el dinero. Y tiene razón, por supuesto. Son tus creencias
lo que importa". Diana
Rigg, sobre Paul Scofield, TV Times 19 de Octubre de 1967.
En 1969 participó de The Asassination Bureau
(conocida en castellano como El Sindicato del Crimen), junto
a Oliver Reed y Telly Savalas. En esta película, que tuve oportunidad
de ver, Diana interpreta a Sonya Winters, una joven dispuesta a descubrir
que se esconde detrás de los atentados que se están sucediendo contra
importantes funcionarios políticos de Europa. Es una película en tono
de comedia, con Diana luciendo varios atuendos interesantes, incluso uno
de monja, y donde una vez más aflora su lado cómico y pervertido.
Ese mismo año, debido a la enfermedad de
su padre, se vio obligada a rechazar un musical y en vez de ello, aceptar
la propuesta de ser la próxima "chica Bond" en el nuevo título
de esta saga: On Her Majesty’s Secret Service (Al Servicio Secreto
de su Majestad). Claro que esta vez no sería de la partida Sean Connery,
quien cansado de interpretar a James Bond, decidió renunciar a una jugosa
oferta para dedicarse a dar vida a nuevos personajes. En realidad Diana
fue la tercera opción, ya que Brigitte Bardot rechazó el papel para hacer
Shalako, casualmente junto a Sean Connery y Catherine Deneuve tampoco
estaba muy entusiasmada con la idea.
Así que a los lentos productores se les
ocurrió que si ya una "chica Avengers" se había convertido en
una "chica Bond", porqué no podía hacerlo otra (recordemos que
Honor Blackman, la primera "chica Avenger", dejó la serie para
interpretar a Pussy Galore en la tercera película de James Bond, Goldfinger).
Y era una opción más que lógica, ya que al haber elegido a George Lazenby,
un modelo australiano sin ninguna experiencia en el cine, para interpretar
a James Bond, lo obvio era contratar a una actriz que pudiera hacerse
cargo de la película. El director Peter Hunt se puso en contacto con el
agente de Diana, Dennis Selinger, quien preguntó a Diana que le parecía
la idea.
"Le dije [a Diana]: ‘Te llevaré
a cenar con George y tendremos una velada amistosa, pero luego deberás
decirme si piensas que puedes trabajar con él y hacer tu papel’...(...)...
Cuando hablécon ella al día siguiente me dijo, ‘Será maravilloso. Ayudaré
en todo lo que pueda’". Peter Hunt, sobre Diana Rigg, texto
de Philip Masheter, Movie Collector Magazine, vol. 2, Nro. 2, Marzo
1995.
Una vez seguros de que tanto George como
Diana podrían trabajar juntos, en Octubre de 1968 comenzó la filmación,
que se llevaría a cabo en los Estudios Pinewood de Londres, en Suiza y
en Portugal. En esta película, Diana interpreta a Tracy Draco, viuda del
Conde Di Vicenzo, la malcriada hija del jefe del crimen organizado Marc
Draco, quien es rescatada por Bond de un suicido seguro, para luego rechazarlo
en varias ocasiones, sabiendo que su padre está detrás del interés de
James en ella. Luego de varios desplantes, sucumbe a sus encantos, y acepta
su propuesta de matrimonio, el cual termina dramáticamente cuando por
accidente Tracy recibe una bala destinada a Bond.
Luego de haber visto todas las películas
de la saga y dejando los favoritismos aparte, mi opinión es que Diana
ha demostrado ser la mejor "chica Bond" de la historia por varias
razones. Su interpretación, bastante distinta a la descripta en la novela
de Ian Fleming, nos convence de que en realidad Tracy no necesita de James,
pero eso no le impide enamorarse de él. Esta Tracy muestra bastantes similitudes
con Emma Peel, sobre todo en su maquillaje, su buen humor (en los pocos
segmentos de la película en que Tracy es feliz), y en su forma de deshacerse
de los malos. Todas estas características hicieron que Tracy no fuera
una "chica Bond" común y corriente, sino la primera en demostrar
que a pesar de amar a Bond, no necesariamente tiene que ser su esclava.
Mucho se habló sobre los problemas que
existieron entre Lazenby y Diana, iniciados por un inocente chiste de
Diana sobre haber comido ajo antes de empezar a filmar las escenas de
amor. Por supuesto que la prensa sacó de contexto este chiste y empezaron
a correr los rumores de que ambos se odiaban. Este incidente, sumado al
ego super elevado de Lazenby y su acartonada interpretación de Bond, hicieron
que la película no tuviera el éxito esperado (jamás pensé que diría esto,
pero fue la única vez que hubiera deseado que eliminaran a Bond en vez
de a su chica).
En conclusión, la decisión de Connery de
no volver a ser James Bond (irónicamente luego decidiría repetir su papel
en la próxima película de la saga), más una mala elección del reemplazante,
arruinaron la que quizás sería hoy en día la mejor película de James Bond.
Las puntos clave que hubieran posibilitado este acontecimiento: la presencia
de Diana como "chica Bond" (lo lamento pero en mi lista de razones
es la primera); el guión, basado en el mejor libro de la saga de James
Bond escrito por Ian Fleming; el encuentro de dos talentos como Sean Connery
y Diana Rigg; la banda sonora, a cargo de John Barry, quien casualmente
compuso el tema principal, "We have all the time in the world"
interpretado por Louis Armstrong, pensando en Sean y Diana; y no podemos
olvidar el hermoso escenario del Piz Gloria, especialmente construido
para la película.
"La canción fue escrita para
una escena muy emotiva. Yo ya me había imaginado a Sean Connery en el
papel de Bond cuando Hal [Davies] y yo escribimos la letra. Si hubiera
sido Sean el que se hubiera casado con Diana Rigg para luego perderla
en manos de Blofeld, la canción hubiera sido apropiada. Tener a Sean
Connery y a Diana Rigg en la última escena juntos hubiera sido la sensación
del momento". John Barry, "Bond by Barry. The Story of
James Bond Music", por Geoff Leonard.
A pesar del moderado éxito de la película
(menos del esperado), y luego de algunas apariciones televisivas menores,
y de una minúscula (muy minúscula) presencia en la película Julio César,
basada en la obra de Shakespeare, Diana volvió a ser noticia al retornar
al teatro de la mano de la obra Abelard and Heloise, junto a Keith
Michell. La particularidad de esta obra reside en que Diana y Michell
fueron los primeros actores principales en protagonizar un desnudo escénico,
y a pesar de que el mismo fue alabado y considerado necesario para el
desarrollo de la obra, la prensa no perdió la oportunidad de iniciar un
revuelo.
En palabras de Diana, la prensa se abalanzó
a espiar la obra durante los ensayos, y la juzgaron sin siquiera haberla
visto. Ella enseguida enfatizó que consideraba como algo bueno al erotismo,
y que si la gente iba al teatro buscando un sex-symbol en ella, iban a
tener enormes problemas al enfrentarse con la realidad de la obra.
Diana le quitó la magia al desnudo aclarando
que antes de salir a escena debía maquillarse la espalda y lo que le sigue,
porque sino se asemejaría a un viejo bacalao. Y desde su punto de vista,
el desnudo no era necesario, y la prueba de ello es que la actriz que
luego la reemplazaría se negó a hacerlo, no modificándose por ello su
mensaje.
"...La prensa de todo el mundo
se hallaba presente en los ensayos, ansiosos como si yo tuviera otro
seno y Keith [Michell] tuviera otro pene". Diana Rigg, texto
de Ronald L. Smith, "Femmes Fatales", USA, Vol. 7 Nro. 4,
Setiembre 1998.
Pero finalmente los críticos se pusieron
del lado de Diana, alabando su belleza y su actuación, y el Círculo de
Críticos de Londres la nombró una de las mejores actrices del año.
En 1971 la obra fue estrenada en Los Angeles
y en Nueva York, donde recibió criticas adversas. Por un lado uno de los
críticos especuló sobre la necesidad del desnudo y sobre la poca gracia
del cuerpo de Diana. Por el otro, un crítico del New York Times
alabó el buen gusto y el tacto de la escena del desnudo. Esa crítica mala
nunca fue olvidada por Diana, calando hondo en su alma, y luego de unas
semanas de vivir con ésta, logró exorcizar el dolor que le causó. Y a
pesar de ésta, Diana recibió su primera nominación al premio Tony como
mejor actriz en una obra.
A fines de ese año, la primera película
estadounidense de Diana llegó a las carteleras. Se trató de The Hospital,
junto a George C. Scott, donde Diana debió interpretar a Barbara Drummond,
una mujer bastante trastornada por las drogas, que mantiene sueños incestuosos
con su padre, y que decide ahogar sus penas junto al médico interpretado
por George C. Scott. A pesar de que rara vez Diana se sienta a mirar sus
actuaciones, años más tarde miraría esta en particular y comentaría, siempre
autoexigente, que podría haberlo hecho mucho mejor.
Una vez que Diana pasó a formar parte del
Teatro Nacional de Gran Bretaña, convirtiéndose en la primera actriz de
la Royal Shakespeare Company en hacerlo, para no perder la costumbre,
se dio el gusto de volver a protagonizar un breve desnudo en la obra de
Tom Stoppard, Jumpers, en ese teatro.
Más tarde en ese mismo año y en ese mismo
teatro, Diana se uniría a Anthony Hopkins para dar vida a la obra de Shakesperare,
Macbeth. Los problemas aparecieron al poco tiempo de iniciados
los ensayos, producto del choque entre el estado continuo de ebriedad
de Hopkins y la ética de trabajo de Diana. Hopkins fue separado de la
obra al poco tiempo del estreno y su lugar lo ocupó Dennis Quilley.
Existen varias versiones sobre los hechos
adicionales que rodearon a este incidente: una de ellas es que cada uno
admiraba el talento del otro, pero no podían ponerse de acuerdo sobre
como interpretar la relación personal de los Macbeths. Por un lado, Hopkins
prácticamente improvisaba, ya que nunca estaba sobrio como para un ensayo
coherente, y por el otro lado, Diana quería que su Lady Macbeth fuese
perfecta. Esto, sumado al ego monumental de ambos, generó peleas continuas
durante los ensayos. A pesar de ello, ambos respetaban el punto de vista
del otro. Por ello muchos afirman que Diana nunca perdonó a Hopkins por
haber sido tan irresponsable y arruinar una sociedad que podría haber
sido perfecta.
La segunda versión surgió de una biografía
no autorizada de Hopkins, la cual afirma que ambos sostuvieron un romance,
que se hizo evidente en la pasión que ambos brindaban a sus personajes
arriba del escenario, y que ninguno de los dos pudo superarlo.
Ignoro cuál de estas versiones es la correcta,
pero lo cierto es que en los círculos teatrales es conocida la historia
de que no se han hablado civilizadamente desde entonces. Cuando volvieron
a trabajar juntos en 1982 en Little Eyolf, se comenta que ambos
aparecían para sus escenas y hacían su trabajo, pero permaneciendo alejados
uno del otro y en silencio.
Para 1973, Diana tuvo el placer de compartir
cartel nada menos que con Vincent Price, interpretando a la servicial
hija Edwina Lionheart, que ayuda a su padre, Vincent Price, un actor Shakespereano,
a asesinar a los críticos, en la película Theater of Blood (Teatro
Sangriento).
"...Vincent fue un gran
actor clásico...(...) ...es una lástima que nunca se haya dedicado a interpretar
a Shakespeare. Simplemente no supo tomarse en serio a sí mismo".
Diana Rigg, by David Bianculli ,"New York Daily News", 18
de Abril de 1997.
Luego de dedicar la primera mitad del año
a presentar diversas obras, como Jumpers, Macbeth y The
Misanthrope, de Moliere, Diana tenía alguna que otra deuda, así que
decidió empacar sus valijas y dirigirse hacia Estados Unidos para aceptar
la oferta de protagonizar una comedia para la NBC titulada Diana,
pero lejos estaba en ese momento de imaginar que se encontraría con uno
de los primeros fracasos de su carrera.
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