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Y Nos Vamos
Abriendo Paso En La Actuación
Una vez librada de la escuela y tras un
breve compromiso matrimonial que no prosperó, Diana decidió que su vida
estaba en la actuación (según sus propias palabras, no tanto por la posibilidad
de entrar a un mundo de fantasía, sino por la libertad que representaba),
y a pesar del poco apoyo de sus maestros, sí lo obtuvo de sus padres,
quienes no comprendían lo que implicaba ser una actriz, pero ante todo
amaban a su hija.
Así
que en 1955, sus padres hallaron el dinero para enviarla a la Real Academia
de Arte Dramático (RADA), para lo cual debió mudarse a una casa de huéspedes
en Kensington. Precisamente durante esa etapa de semi-libertad de sus
padres, Diana desarrolló un acercamiento sin culpa hacia las relaciones
fuera del matrimonio. En Julio de 1957, una vez graduada, hizo su debut
en una producción de la RADA para el Festival de York, titulada El
Círculo de Tiza Caucásico.
Para 1959 ya había conseguido trabajos
temporales, como suplente en Stratford–on-Avon, e incluso de asistente
del gerente de escena, trabajo que veces implicaba tener que ir por el
barrio pidiendo prestado muebles para lograr que la puesta en escena parezca
más real. Tan sólo en ese año formó parte de producciones de obras de
Shakespeare, tales como Bien está lo que bien acaba, Otelo, Sueño
de una Noche de Verano, y El Rey Lear, interpretando
al principio papeles secundarios, para conseguir con el correr del tiempo,
los roles principales.
Obviamente que la paga por interpretaciones
menores no era mucha, y por ello Diana se vio obligada a alimentarse con
"comida de pobres", como ella la llama, y a andar en bicicleta,
pero no por ello dejó de sentirse feliz y saludable. De hecho, muchas
de las ofertas laborales que aceptó a lo largo de su carrera tuvieron
más que ver con el reto actoral y personal que significaban, que con la
"fortuna" que pudiera recibir.
Pero fue a partir de 1960, cuando Diana
se incorporó oficialmente a la Royal Shakespeare Company por 5 años (por
aquel entonces la Shakespeare Memorial Theatre Company), que su carrera
realmente despegó. Tuvo la oportunidad de codearse con actores de la talla
de Laurence Olivier, Vanessa Redgrave, Judi Dench y Paul Scofield. En
1961 hizo su debut teatral en Londres, en el Aldwych, con la obra The
Devils.
Con el correr de los años, las oportunidades
fueron mejorando, e incluso hubo lugar para interpretar a la Cordelia
más alta (hasta este momento) en la versión de El Rey Lear dirigida
por Peter Brook, quien, vencido por el cansancio de discutir con Diana,
dejó que la interpretara a su manera.
Durante una de las representaciones, Diana
y sus compañeros tuvieron que soportar las flatulencias de Paul Scofield,
quien interpretaba al Rey Lear, producto de haber ingerido una mezcla
de malta, miel, trigo y salvado. Así que mientras el público lloraba frente
a la muerte de Cordelia en brazos de su padre, Diana no podía contener
la risa y la respiración, claro está.
"Extraños sonidos acompañaban
sus apasionados gritos de ‘Oh, Oh, Oh, todos ustedes, hombres sin corazón’"
Diana Rigg, citada por Ronald L. Smith, "Femmes Fatales", USA,
Vol. 7 Nro. 4, Setiembre 1998.
Y así transcurrieron los 5 años de contrato
con la RSC, incluyendo varias giras por el interior de Inglaterra y por
algunas ciudades de Estados Unidos, Alemania, Rumania, Bulgaria, Yugoslavia,
Finlandia y Rusia. Durante estos 5 años, y a pesar de estar a cargo de
papeles principales en obras clásicas y de obtener excelentes críticas,
ella nunca se sintió lo suficientemente preparada.
En 1964 la Royal Shakespeare Company tuvo
el gran honor de interpretar La Comedia de los Errores ante
la Familia Real en el Castillo de Windsor, y por supuesto, Diana se encontraba
en el elenco, representando el papel de Adriana.
Su naturaleza inquieta la llevó a alternar
el teatro con la televisión, ya que su principal miedo de dedicarle todo
su tiempo al teatro era el de ser sólo reconocida como una "señora
actriz", es decir que nadie fuera capaz de considerarla para algún
papel que no requiriese vestido largo o de época.
Ello la llevó a participar como invitada
en una producción de la Thames Television en 1963, titulada Sentimental
Agent, y en 1964 en The Hothouse, a cargo del Armchair Theatre,
casualmente dirigida por Sidney Newman, quien ya se hallaba por ese entonces
produciendo The Avengers.
Y haciendo caso a esa necesidad de aprender
y enriquecerse con nuevas experiencias actorales, y de "tomar"
un antídoto contra el teatro, ya que siempre tuvo en claro que no quería
pasarse toda su vida haciendo obras clásicas, Diana decidió abandonar
la RSC y aunque sus compañeros no vieron con buenos ojos este cambio,
todos le aseguraron que las puertas estaban abiertas para cuando quisiese
regresar. Más tarde, Diana comentaría que fue una de las muchas decisiones
perversas que tomó en su vida, pero jamás se le ocurrió que al mismo tiempo
sería una de las más inteligentes... al menos para millones de personas
alrededor del mundo.
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