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escribe Juana Kenis
La acción comienza en un hotel de Jamaica, donde Baxter,
un correo británico que lleva documentos desde Washington hasta
Santiago de Chile, es asesinado. Su asesino busca un maletín con
documentos, pero no logra apoderarse del mismo.
Hasta Jamaica llega entonces John Steed, no sabe bien para qué,
y mientras se divierte en la playa con las chicas que se divierten en
la playa, es informado sobre lo que pasó. Los ingleses, que descartan
el robo como motivo del asesinato, están desconcertados: la valija
no contenía documentos importantes para nadie, excepto, claro,
para el asesino. ¿Qué es lo que éste esperaba encontrar?
Steed deberá averiguarlo y para ello ocupará el lugar vacante
desde la muerte del correo. Será la carnada que atraiga al asesino,
pero no estará solo, ya que contará con la ayuda de Cathy
Gale, asignada oficialmente al caso.
En su ruta a Santiago, Steed y Cathy hacen una escala técnica
en Bogotá, donde los asesinos de Baxter tienen un segundo encuentro
(frustrado) con el maletín, y luego en Lima, donde Steed y Cathy
intentan tender una celada a sus atacantes: pretenden que alguien robe
la valija para así averiguar porqué, para qué y,
sobre todo quien está detrás de todo eso. El plan no sale
del todo bien... ni del todo mal: el ladrón es asesinado antes
de que Steed pueda tener una charla con él, pero mediante un ardid
Cathy logra hacer contacto con el matador, un norteamericano al servicio
de un político chileno.
Ya en Santiago, Cathy es reconocida por el norteamericano y éste
la secuestra, llevándola a la hacienda del chileno Sr. Rosas, quien
prepara un golpe de estado. John Steed busca a Cathy y haciendo gala de
su proverbial "encanto y poder de persuasión" (casi ahoga
al dueño de un bodegón para obtener alguna pista) encuentra
el camino que lo lleva a la hacienda del Sr. Rosas.
Una vez allí, todo termina rápido. Los malos son vencidos
y los espectadores casi nos infartamos porque ya se acaba el show y aún
no sabemos qué diablos está pasando. Pero antes de despedirse
hasta la próxima, Los Vengadores tienen tiempo para tomarle el
pelo a un joven miembro de la representación británica en
Chile y, de paso, hacer comentarios sobre su reciente aventura. Por suerte,
porque así nos enteramos del final de la historia. El maletín
contenía el programa de visitas de un enviado del gobierno Norteamericano
ante el de Chile. El Sr. Rosas planeaba matar al enviado Norteamericano
(por eso necesitaba el maletín: ¡para obtener el programa
de visitas!) para fomentar la desconfianza local y extranjera hacia la
capacidad del gobierno Chileno para mantener el orden y así él
y sus partidarios aparecer como salvadores de la Patria. Suena tristemente
conocido, ¿no?
En mi opinión, hay tres cosas insólitas en este episodio:
1) John Steed no elige a su compañera de aventuras. Cathy es asignada
al caso por "el jefe". 2) Cathy no se siente ofendida por la
personalidad de Steed. No lo juzga, lo acepta como es, y parece divertida.
3) Por primera y única vez, no sólo la acción se
desarrolla fuera de inglaterra, sino en Latinoamérica. Y al respecto,
valen unas palabras. Los responsables de poner en el aire el show demuestran
una ignorancia absoluta sobre el aspecto y las costumbres de los países
que albergaron por unos días a nuestros héroes. Santiago
luce como Lima y las señoritas chilenas se visten como lo harían
las bailarinas de flamenco en la república Checa (si hubiera bailarinas
de flamenco en la república Checa), cantan "La Malagueña",
que, como todo el mundo sabe, no es una canción tradicional chilena,
¡y dicen "carrajou" a cada rato! Eso no se dice, niña,
¡no en público! Claro que ninguno de ellos podía imaginar
que, 40 años después, habitantes de estas lejanas tierras
tendrían el inmenso placer de ver la serie una y otra vez, hasta
el empacho, sonriendo ante semejantes disparates, decubriendo siempre
algo nuevo en ella, algo encantador, algo hechizante. ¿Que Brasil
es la capital de Buenos Aires ? No importa Vengadores, ...igual los quiero.
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