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escribe Carlos
Para el tiempo en que Robert Fuest tomara la batuta e interpretara "Game",
bastante agua había pasado bajo el puente de la temporada Tara
King. Afortunadamente, ABC ya le había sacado tarjeta roja a John
Bryce, y el nuevo equipo de producción, con Clemens a la cabeza,
comenzaba a definir con más precisión la estética
de una temporada nacida bajo un mal signo. Linda Thorson, por otra parte,
no sólo había recuperado su cabello natural, sino que después
de haber sido dirigida oportunamente en "Super
Secret Cypher Snatch", y de haber sorteado con elegancia un protagónico
exclusivo en "All Done With Mirrors",
iba delineando mucho mejor su personaje, bien lejos por cierto de ese
rol timorato que le viéramos en episodios como "Split!"
o "Get-A-Way!"
Pero no son solamente estos factores los que hacen a "Game"
en opinión de quien esto escribe, el mejor episodio de la
temporada Tara King y uno de los mejores de Los Vengadores en su conjunto
sobresalir claramente entre el resto de sus compañeros de promoción.
La inclusión en el equipo del ex-diseñador Robert Fuest
como director, marcó un hito en cuanto al logro de una identidad
estética propia para esta temporada, que no fuera tributaria
del modelo Peel, sino fundadora de una nueva corriente que involucraría,
entre otras cosas, la paleta colora del Op Art, integrándola
al estilo Avengers sin fisuras y lo que es más importante
sin recurrir a una lectura banal de la revolución cromática
producida por esta corriente artística (no es casual que el set
del departamento de Tara King, expresión bastarda y superficial
del colorido Pop pergeñada por John Bryce, estuviera ausente en
este episodio). Desafortunadamente y por motivos que se desconocen, esta
nueva y original mirada sobre el mundo de Los Vengadores que alcanzaría
su máxima altura muy poco después, con "Killer"
nunca llegó a consolidarse, y luego de varios intentos fallidos
y otros tantos episodios mediocres, desaparecería para siempre
sobre los falsos empedrados de "Fog".
Las razones que convierten a "Game" en un episodio sobresaliente
son, en realidad, tantas, que una simple sumatoria de sus virtudes excedería
ampliamente la extensión de este comentario. Para comenzar, la
dirección de Robert Fuest trae a escena una modalidad diferente
en la manera de narrar, que aún siendo más contemporánea
que la de muchos de sus colegas, conserva los elementos tradicionales
de la cinematografía inglesa, como los altos contrastes y el foco
largo, que busca siempre abrir el cuadro con algún objeto en primer
plano. No obstante esta filiación, la audacia de Fuest en el campo
fílmico se pone de manifiesto en la inclusión de planos
insólitos, en donde cámaras a ras del piso, picados, contrapicados
y planos cenitales se suceden con naturalidad, integrándose a la
narración sin pretensiones efectistas. Su inusual talento visual
crea, además, situaciones sorpresivas que enriquecen la intensidad
o el flujo del relato como la súbita e inesperada aparición
de Tara en medio de los soldados y el humo de la metralla, durante el
paneo que recorre el frente de combate de derecha a izquierda y
aporta novedad a las escenas de acción, en donde su manejo de cámaras
y elección de encuadres resuelve con maestría el balance
entre realismo y fantasía una lucha extremadamente veraz
no cabría dentro de Los Vengadores al tiempo que agrega una
cuota de tensión que encuentra su mejor exponente en la extraordinaria
pelea entre el criado de Bristow y Steed, dormido a la postre por un rotundo
cenicerazo en el despacho de Averman.
Las delicias del mago Robert, por supuesto, no se agotan en la destreza,
sino que configuran todo un concepto que abarca también el montaje,
la iluminación y, viniendo de un hombre que hizo sus armas en el
departamento de atrezzo, obviamente la escenografía. La
bondades de su edición aparecen ya en las primeras imágenes
del episodio que muestran la muerte del piloto "Cooty"
Gibson a bordo de su auto de fórmula, en montaje paralelo con un
autito eléctrico y continúan de manera especial
en todas las secuencias sin palabras de los juegos, hilvanando creativamente
los planos de ambos "contendientes" mediante imágenes
complementarias (el ascenso de Dexter por la escalera, respaldado por
el primer plano de la ficha subiendo por el tablero de Bristow - La posterior
caída fatal del zoológo, remedada esta vez en el descenso
ondulante de la ficha sobre el lomo de la serpiente). Completando este
cuadro de virtudes, la iluminación y la escenografía cumplen
el rol de diferenciar los mundos de realidad y ensoñación
representados por el interior de la mansión de Bristow y los escenarios
de los juegos. Aquí, Fuest no duda en cargar al primero de ellos
con el peso de gobelinos y estatuas canónicas, utilizando para
el segundo recursos escenográficos mínimos, como la escalera
de Dexter que trepa hacia el vacío, la fatal máquina de
escribir del profesor Witney, la caja fuerte transparente de Steed y el
propio set del estudio de filmación, convertido mediante un par
de focos de colores y unos naipes pintados en el piso, en un espacio onírico
digno de Orson Welles, monarca absoluto en lo que a hacer Arte con bajo
presupuesto se refiere.
Abrevando en los mejores antecedentes del género y mostrando
más originalidad en la forma que en el contenido el guión
de Richard Harris revela un tratamiento sutil y al mismo tiempo agudo
en la administración de los diálogos, tan precisos ellos
como económicos. La idea central de la venganza silenciosa a través
de los juegos mortales, así como la aparición de los cuerpos
en parques infantiles, tiene ciertas reminiscencias del tipo de imaginería
absurda de la era Peel, afortunadamente retomada aquí luego de
la pavorosa sequía de Bryce y su tristemente famosa "vuelta
a la realidad". El guión muestra de todas maneras sus puntos
flojos y baches, especialmente a la hora de otorgarle a Tara un rol más
protagónico cayendo una vez más en la tentación
de convertirla en una damisela en desgracia y también en
cierta previsibilidad en su desarrollo, que resulta más interesante
por la forma en que es mostrado que por su intriga: después de
la segunda muerte, ya sabemos todo lo que vamos a ver de ahí en
más.
No obstante, otras ideas claves, como las pistas dejadas por Bristow
con cuentagotas a través de las piezas del rompecabezas, introducen
un elemento de dominio sobre la pareja Vengadora que no tiene muchos antecedentes
en el show: hasta el momento en que Tara es secuestrada, ni Steed ni ella
habían podido resolver el enigma de las muertes, ni sospechar claramente
de su autor. Esto, sumado a la progresividad en que Bristow va siendo
revelado al espectador impresionante su primera y franca irrupción
en primer plano, durante la secuencia de la cena con el brigadier Wishforth-Browne
le añaden al episodio una dosis de suspenso nueva y diferente,
condimentando un final que de otra manera hubiera sido a todas luces previsible,
y permitiéndonos seguir con interés el derrotero de Steed
jugando al "Super Espía".
A esta altura del comentario, encontrar un adjetivo para elogiar el casting
de este episodio se hace realmente difícil, ya que la pareja de
super villanos creada por Peter Jeffrey y Garfield Morgan es sencillamente
soberbia y merecedora de más elogios de los que resultaría
prudente seguir esgrimiendo, no sólo por el estupendo trabajo actoral
y de creación de personajes, sino por haber forjado en especial
Jeffrey un arquetipo de villano que alcanzaría, con el tiempo,
dimensiones míticas. La galería de lunáticos ex-camaradas
de Steed entre quienes el arrogante Brigadier Wishforth-Browne y
el hierático accionista Averman se disputan el primer bonete
rematan este cuadro de honor que difícilmente tenga parangón
en cualquier otra producción Avengers.
Para completar este panorama radiante, "Game" es uno de esos
pocos y afortunadísimos episodios de la temporada Tara King que
pudo contar con una (excelente) partitura propia compuesta especialmente
para la ocasión por Howard Blake en donde las deliciosas
músicas incidentales de aire circense utilizadas en las apariciones
de los cuerpos en los parques, se llevan todas las palmas. Además
hay que decirlo Linda Thorson está más linda
que nunca, actúa moderadamente bien y lleva dignos vestuarios Pop
amarillos, rosas y verdes lentes de acrílico azul incluidos
que no sólo le sientan bien a su figura, sino que nos hace más
condescendientes a la hora de perdonarle haber sido dormida con cloroformo
una vez más...
A diferencia de episodios como "Thingumajig", "Fog"
y otros engendros intragables que precipitaron la tal-vez-de-todos-modos
inevitable caída de Los Vengadores, "Game" se encuadra
claramente entre lo mejor de la serie, disputa un merecido espacio dentro
de la privada y generalmente intocable constelación Peel, y demuestra
a los intransigentes adoradores de Emma que la supervivencia de la serie
no dependía solamente de Diana Rigg, sino de un equipo de producción
con el talento necesario para repensar la serie y recrearla sin perder
las raíces. En "Game" se concentran todas las fórmulas
de éxito de Los Vengadores, pero ataviadas con ropajes nuevos y
coloridos. La fiesta, lamentablemente, duraría poco. Pero... ¿quién
les quita lo creado?
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