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Los Vengadores, La Película
Los Mal Cosidos Retales De Una Mala Película

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Los Mal Cosidos Retales De Una Mala Película

escribe desde España: Acege

En un grupo de news dedicado a los fans de Steed y la sra. Peel, no hace mucho que un enfervorizado admirador proclamaba que "Los Vengadores no es una serie de TV, sino una forma de ver la vida". Y no le faltaba razón. Al igual que "El Prisionero", "Star Trek" o "Los Expedientes X", la ya clásica serie británica crea un universo propio muy singular que en buena medida es la base de su mitificación. Personalmente, reconozco que no puedo ser objetivo al hablar de ella; desde que la descubrí en su reposición de los 80, se ha convertido en mi serie favorita de todos los tiempos y en una pasión particular.

¿Y, qué hacemos? ¿Subimos o no? Mirá si nos vieran los verdaderos Steed y Emma...De ahí que esperase con interés esta traslación a la pantalla grande, aún siendo consciente de las dificultades que conllevaba, que a la larga han acabado hundiéndola en la miseria. La primera era, obviamente, la del reparto: Patrick Macnee y Diana Rigg están tan indisolublemente unidos a sus personajes en la mente de los espectadores que encontrarles unos sustitutos era, cuando menos, delicado. (¿Alguien se imagina a otros actores que no sean Duchovny y Anderson haciendo de Mulder y Scully?). En casos tan marcados de asociación actor-personaje suelen adoptarse soluciones como las de "Star Trek": o bien se hace una versión geriátrica con los (momificados) actores de siempre o bien se hace borrón y cuenta nueva y se parte de cero con otros héroes nuevos ("La Nueva Generación"); pero para su desgracia (y la nuestra), el productor Jerry Weintraub no ha hecho ni lo uno ni lo otro, y bien caro que lo hemos pagado, habida cuenta que el resultado de la formula "viejo espíritu con aires nuevos" es sencillamente patético.

Que Ralph Fiennes es un excelente actor no hace falta decirlo; pero que el protagonista de "Quiz Show" encaja tanto en la piel de John Steed como Danny de Vito en la de Superman, tampoco. El suyo es sin duda uno de los errores de casting más clamorosos de la historia del cine, y sus esfuerzos no pueden vencer lo que es, sencillamente, una carencia flagrante de tipología física para un personaje que no hubiera padecido un actor con aire mas "british" al estilo de Pierce Brosnan (...aunque sea irlandés). Con Fiennes, el personaje de Steed comienza, ya de partida, siendo anticarismático y poco creíble.

La elección de Uma Thurman parece algo más inteligente (al menos teniendo en cuenta cuáles fueron las otras candidatas al papel que la precedieron, Gwyneth Paltrow y Nicole Kidman), pero de entrada el Monumento Rubio ha de luchar contra una caracterización infame que consigue lo que muchos considerábamos imposible: hacer que parezca un adefesio. Desde luego, su peluquero y su maquillador me han hecho replantearme mi oposición a la pena de muerte (quizá en casos como el suyo esté justificada), y para colmo de males el prestigioso Anthony Powell convierte la estética pop que Diana Rigg hizo famosa, en un desfile de modelitos de carnaval a cual más chillón y ridículo (mención especial para el mono de color "rojo capote torero" cubierto con gabardina negra) mostrándose a la altura de su renombre tan sólo en el famoso traje de cuero negro, el único con el que Emma Peel aparece dotada del atractivo que la caracterizó en el pasado. Por otra parte, la característica frialdad de la Thurman desangela totalmente a un personaje de la simpatía y el encanto de la Señora Peel, cuya irresistible chispa se pierde definitivamente.

¿Y? ¿Lloverá o no lloverá? Tiempo loco...¿Qué es lo que tenemos entonces? Pues un dúo que en la serie de TV se mitificó por su estilo y carisma, transformado en su paso al cine en dos payasos sin la más mínima química como pareja (¡qué patética la escena, presuntamente erótica, en la que Steed le quita las botas a la Sra. Peel!) los cuales provocan la risa (involuntaria) del respetable. El desastre se extiende a un Jim Broadbent que convierte al aristocrático y elegante "Madre" original en un penoso sucedáneo con aire desastrado, pelo revuelto, caspa en los hombros y compulsiva adicción a la nicotina que parece más un "homeless" que el jefe del servicio secreto, por lo que tan sólo un Sean Connery cuya impresionante presencia puede dar cuerpo incluso a un villano tan superficial como el suyo, está a la altura de las circunstancias.

El guión, por su parte, muestra el mismo defecto que la elección del casting. Cualquier conocedor profundo de la serie original puede constatar que Don MacPherson ha hecho los deberes, estudiando a fondo su esencia y ofreciendo a los fans una cascada de guiños cómplices: se pronuncia el famoso grito de guerra del dúo ("¡Señora Peel, nos necesitan!"); se recuperan los vehículos originales de los protagonistas (incluido el Blue Lotus de Emma)*; se hace referencia al episodio más mítico de la saga en las escherianas habitaciones de la mansión de Sir August (The House That Jack Built / La Casa Que Jack Construyó), e incluso en la versión original, se recupera la voz de Patrick Macnee, el Steed televisivo, encarnando (es un decir) al invisible Coronel Jones. Asimismo, MacPherson toma buena nota de los rasgos más característicos de Los Vengadores: juegos con las palabras (el meteorólogo August de Winter -"Agosto de Invierno"; la sociedad cuyas siglas conforman la palabra "B.R.O.L.L.Y"; la referencia a "San Brisio", supuesto patrón del clima, etc.); personajes excéntricos; organizaciones de carácter casi surrealista ("Clima Maravilloso: Microclima a la Carta"); recreación de ambientes irreales (la particular selva con monzón incluido de Sir August); toques de humor absurdo (los disfraces de ositos de peluche) y, en definitiva, todos los detalles que dotaban a la serie de un aire delirante entroncado con Lewis Carroll o Edward Lear.

El problema es que lo que funcionaba en los episodios televisivos no funciona aquí. MacPherson conoce los ingredientes de la receta, pero no acierta con la dosis ni con el punto de cocción. Sirvan como ejemplo los cruces de frases ingeniosas entre los protagonistas, tan típicos de la serie, que aquí resultan sosos y carentes de gracia, o los llamativos matones del villano, igualmente característicos, reducidos aquí a un grupo de macarras de saldo entre los que se incluye nada menos que a Shaun Ryder, ex-líder de los Happy Mondays y vocalista de Black Grape. En definitiva, a pesar de su voluntarioso seguimiento de las claves de Los Vengadores, MacPherson sólo consigue crear un penoso, caduco, ridículo y desenfocado pastiche de lo que otros guionistas con más talento convirtieron en mítico.

Me pareció ver un lindo osito...Y evidentemente la labor del director tampoco le ayuda: Jeremiah Chechik, firmante de "Benny y Joon" o "Diabólicas", aprovecha para proclamarse Rey de los Movimientos de Cámara Inútiles usando zooms, travellings y giros de 360 grados a la menor ocasión sin que vengan a cuento, con la cabezonería de un niño que juguetea con la cámara según le apetece. Evidentemente, el surrealista y colorista universo de Los Vengadores requería de la sensibilidad de un artista como Tim Burton, capaz de recrear el esplendor barroco de Gotham City o de reconstruir el delicioso look camp de la SF de los 50, en vez de los torpes manejos del canadiense.

Para colmo de desventuras, Los Vengadores sufre del mismo mal que nuestro "Coyote" nacional: Se trata de una película mutilada. El incendio de varios decorados por un lado y el descontento de los productores con el resultado final por otro empujaron a sus artífices a realizar cortes kilométricos de ultima hora, que dada la escasez de tiempo disponible, incluso impidieron su preestreno entre la prensa británica con el consiguiente cabreo de los críticos. Cualquier espectador atento puede observar las mil y una lagunas presentes en el montaje final, realizado a hachazo limpio: mientras juegan al ajedrez, Emma comenta que "he estado analizando los gráficos de las explosiones"; esas explosiones, que debían haber aparecido al principio del film como pruebas de las manipulaciones de Sir August con el clima, son las que justificarían que se convirtiese en el principal sospechoso... Pero han sido cortadas. Cuando salen de la tienda de Trubshaw, Emma y Steed son observados por un secuaz del villano, y mientras viajan en coche sirviéndose té, puede verse tras ellos como el "mini" de estos va aproximándose a su vehículo; ahí probablemente había una secuencia de acción, pero fue cortada, por lo que lo siguiente que vemos es a los protagonistas llegando a casa de sir August sin que haya rastro alguno del "mini" que les seguía.

¡Sí, es cierto, es cierto, he visto un lindo osito..!Más ejemplos: Cuando Emma entra en el selectivo club masculino en busca de Steed, el portero sube las escaleras y extiende los brazos impidiéndole el paso, lo que obliga a Emma a lanzarle escaleras abajo. La escena aparece en el trailer, pero en la película ha sido cortada "a pico". La presencia del retrato de Emma sobre el órgano de De Winter, y la creación de un clon a su imagen y semejanza revelan el interés del villano por ella previo a su encuentro, pero también se ha suprimido cualquier explicación al respecto. La señora Peel es detenida y se hace referencia a unos disparos realizados por ella contra agentes del Ministerio y a un "accidente" sufrido por "Madre" (para ser exactos se trataba de un atentado realizado por el clon contra su autobús, que posteriormente aparecerá volcado en la nieve), pero esa secuencia también se ha cortado por las buenas. El test de Sean Connery para comprobar la eficacia de su invento se corta en seco cuando, tras la caída de un rayo, este iba a demostrar su poder; etc.etc.etc.

Lo que ve en la pantalla el espectador no es, por tanto, un film en el que se han realizado los consabidos retoques finales con vistas al montaje definitivo, sino un caso de brutal amputación de buena parte de su metraje (reducido por ello a unos escuetos 85 minutos) similar a la sufrida en su día por las "Mentes Peligrosas" de la Pfeiffer o el "Aprendiendo a Vivir" de James L. Brooks. Es decir, que Los Vengadores no es tan solo una mala película, sino los mal cosidos RETALES de una mala película. Y nadie, ni siquiera el invencible dúo de agentes secretos de imborrable recuerdo, puede ganar una batalla en la que han de pelear contra un director torpe, un guionista ineficaz, unos actores inadecuados y un metraje mutilado. Su derrota resulta aún más frustrante para los que estamos convencidos de que, en las manos adecuadas, las aventuras de John Steed y la Señora Peel podrían haberse convertido en una película fabulosa. Por desgracia, solo nos queda el consuelo de la imborrable grandeza de la serie original y la frustración de ver convertido su paso a la gran pantalla en un esperpento de dolorosa visión


*Obviamente, esto no es una errata, sino una metedura de pata con todas las de la ley, que habrá captado cualquier persona que no sea tan negada en el tema automovilístico como para confundir un Ferrari con un carro de heno (como es mi caso). Como amablemente me ha indicado el amigo Carlos, "Uma Peel" no conduce un Lotus en la película, sino un Jaguar. Y mientras me autocastigo cual Bart Simpson a escribir en la pizarra mil veces "No volveré a confundir un Lotus con un Jaguar", aprovecho la ocasión para señalar el porqué del cambio de auto, citado por Chechik en el "making of" del film: "En mi memoria aparecía Emma conduciendo el Lotus, por lo que inicialmente, quería un Lotus para la película. Pero cuando trajeron uno al estudio, me di cuenta de que había perdido su encanto; el coche que había encontrado tan increíble en el pasado no era en la actualidad en absoluto tan impresionante como lo recordaba. Y como el coche de mis fantasías juveniles siempre fue un Jaguar, buscamos uno y colocamos a Uma junto a él: Quedaban estupendos juntos. Había encontrado mi coche". [Nota: Maldito sacrílego...]. Acege

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