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escribe Mackidockie
¿Alguien, por favor, puede
explicarme cómo hicieron para esconder el cuerpo de un hombre
adulto en un carrito de bebé? ¡Está bien que estemos
en Avengerland, pero esto ya es demasiado!
Pero no, nada es demasiado para nuestros
incisivos agentes, quienes al no obtener ninguna pista del agente enemigo
que tiraba del carrito, se apoyan en dos pistas que obtienen del occiso.
Emma acude al señor de los tatuajes, que curiosamente se acuerda
del nombre del difunto con sólo ver la foto del tatuaje que éste
traía (se ve que el negocio de los tatuajes anda flojo), pero Steed
no tiene la misma suerte, ya que tanto en la sastrería como en
el banco camina un paso atrás del asesino. Emma hace su siguiente
parada en la zapatería del Sr. Piedi (pies en italiano), un loco
obsesionado con los "traviesos piecitos parlanchines" de Emma,
la que a simple vista tiene unos pies comunes y corrientes, pero parece
que el enfermo este les veía algo sobrenatural, como un sexto dedo
o algo así. La cuestión es que gracias al fetichista, Emma
llega al núcleo del misterio, o sea la escuela de baile, donde
consigue trabajo como profesora de baile en tan sólo treinta segundos
(más o menos, igual que acá). Mientras tanto, Steed visita
al señor de los tatuajes, para hallarlo muerto y con un salchichón
en la mano, en el cual se encargó de tatuar la frase "El asesino
tiene una rosa tatuada en su muñeca derecha" minutos antes
de morir, en vez de usar ese tiempo para intentar pedir ayuda. Curioso,
¿no?.
Entre la rumba y el tango, Emma tiene
la dicha de ser pisada por los pies de Peever, pero, ¡atención!,
que no se trata del mismo que fue hallado muerto, sino de su reemplazo,
quien se graduará dentro de poco aunque no sepa ni bailar el
arroz con leche. Con el objetivo de saber si lo elegirán como
la próxima víctima, Steed se enrola en la escuela, dejando
muy en claro su falta de amigos y familiares. Y como era de esperarse,
el "cuerpo docente" muerde el anzuelo al organizar un baile
donde el solitario Steed será liberado de su soledad y un agente
extranjero tomará su lugar. Trabajando, o mejor dicho bailando
en perfecta sincronía (aunque más no sea con una orquesta
de cartón), Steed y Emma logran descubrir al asesino tatuado
y al famoso Comandante de la operación, que no era otro que el
borracho director musical de la escuela. Salida triunfal para Los Vengadores
al son del vals vienés.
Un episodio para disfrutar de principio
a fin, con infinidad de momentos memorables, como Steed probando su
puntería con latas de cerveza vacías,o "probando
el piso" del salón de baile, y ni hablar de Emma con el
salchichón en la mano y una mirada que lo dice todo, para luego
desplegar su "sutileza" a la hora de cambiarle el número
a Steed en su espalda o de empujar al asesino del tatuaje. ¿Y
qué me dicen del "¿Bailamos?" que Steed le propina
a Emma con tal de hacerla callar?
escribe Terylene
Al compás de la música de una academia
tan insólita que sólo puede circunscribirse a Avengerland y nada más,
"Quick-Quick Slow Death" es otro de los brillantes movimientos que James
Hill dirige con su mágica batuta. Los franceses titularon a este episodio
"La Danse Macabre," pero honestamente no hay nada de macabro aquí, sino
por el contrario, mucha gracia, humor, ingenio y donaire. Y ya que hablamos
del título traducido absurdamente por la emisora local el
mismo hace un curioso juego de palabras con el conocido sistema de danza
QQS ("Quick-Quick-Slow" / "Rápido-Rápido-Despacio") y la premisa de hacer
las cosas "rapidito, rapidito," a la modalidad de estos bizarros profesores
de baile.
Quizás esta sea la primera vez que un episodio
de la era Peel nos muestra en sus comienzos, un sector de las calles de
los suburbios londinenses donde se ven vehículos y transeúntes la
información nos dice que dichos exteriores corresponden a la Shenley Road,
aledaña a los Elstree estudios donde se filmaba el show. Era, claro, una
forma de demostrar que aunque concebida en un "país" propio y original,
Los Vengadores también, si quería, podía acercarnos un poco más a la realidad
social. Total, la serie daba para lo que fuere.
Pero más que nada, es el surrealismo y
no el realismo, la originalidad y no el pastiche, para variar, el foco
dominante de esta historia. En Los Vengadores de 1965, muchos de los cerebros
maquinadores se ocultaban bajo la cómoda fachada de alguna institución
presumiblemente honorable una agencia matrimonial, clubes o sociedades
secretas, una escuela de mayordomos... y claro está, ¡una academia de
danza! ¿Hay acaso alguna razón para sospechar que tan torpes alumnos,
"solos en el mundo," puedan ser los candidatos elegidos para una
operación de infiltración de espías, que se lleva a cabo durante los habituales
Bailes de Gala? Suena decididamente delirante. ¿Es imaginable una oficina
en un alto edificio de la calle Mackidockie, cuya puerta conduce al vacío?
Ni Steed lo hubiera pensado. ¿Y alguien había esperado un final en el
que Emma y Steed desaparecen por la pantalla envueltos en el romanticismo
de un vals y en una bruma que gira a su alrededor? Bueno, es muy posible
que muchos lo hayan esperado, pero nadie creyó que tan idílica escena
se rodaría alguna vez...
Mención aparte se llevan los personajes
que como siempre, tienen a su cargo esa cuota que por ínfima que fuere,
contribuye necesaria y suficientemente para redondear el multifacético
espectro Avengeriano. Los nombres son varios: el Capitán Noble, cuya
forzada voz termina en alfabeto Morse cuando debe comunicarse telefónicamente
con Emma; el autor de los tatuajes, que ensaya sobre salchichones para
"familiarizarse" con la piel humana; el borracho Chester Read, ameno
villano que apenas abre la boca en todo el episodio... o el vendedor
de zapatos Piedi, rendido irremisiblemente a los pies de Mrs Peel. ¿Parece
poco? También es digno de elogio el dúo de instructores que cae en manos
de los Vengadores: Lucille e Ivor, este último personificado por Maurice
Kaufmann, por entonces casado nada menos que con Honor Blackman, la
mismísima Mrs Gale.
Gran entretenimiento inmerso en una atmósfera sutil, casi idílica por
momentos, coronado por una disparatada y ocurrente lucha final y con el
distintivo sabor al que ya estamos acostumbrados. Una historia que sólo
puede ser recreada en Los Vengadores, porque sólo con ellos encuentra
el marco perfecto para lucirse como una verdadera pintura de esa década
sin par.
escribe Pablo Alonso
Sin duda un firme candidato a mejor episodio de la serie, Q-Q-SD
no deja, desde el teaser hasta el tag, de acumular una gran
escena tras otra. Empezamos con una introducción bien rara, no
sólo por el hombre muerto dentro del cochecito de bebé,
¡sino porque también se ve una calle llena de gente! Después,
las indagaciones de Steed y Emma por separado son antológicas:
el tatuador, la sastería que "viste a la nación entera",
los diálogos ventanilla-a-ventanilla de Steed con el empleado del
banco, su búsqueda de una oficina en un noveno piso (de un edificio
en el que también están las oficinas de "Gordon Jacksons
Ltd.", señaladas en un cartel que reaparecería en How
To Succed...At Murder) cuya puerta da al vacío (a Maxwell Smart
una vez le pasó algo parecido), y, sobre todo, el zapatero fetichista
Piedi. David Kernan se roba la pantalla con una performance breve (ni
siquiera lo matan más tarde, como a su asistente Bernard), sudando
de exitación ante los pies de Emma.
Tenemos también al Captain Noble como nexo con las autoridades,
que suele aparecer para permitir a nuestros héroes realizar un
racconto de la acción o simplemente hacernos reír con su
imposibilidad de hablar debido a su estrangulamiento. Y como si fuera
poco, todavía no llegamos a la escuela de baile. Ahí, como
en otras misiones, Emma se sumerge en el tedio laboral, en este caso dándole
lecciones de baile a unos auténticos pataduras. Mientras tanto,
averigua todo lo que puede charlando con la simpática Nicki (es
curioso, sin embargo, que ésta nunca se cuestione el por qué
de tantas preguntas de Emma). Pero la verdadera estrella es Steed al presentarse
a tomar lecciones como un auténtico solitario, simpaticón,
deseoso de sociabilizar. También se hace llamar Johnatan, aunque
Lucille Banks luego se referirá a él por su verdadero nombre.
La historia va atando cabos sueltos y soltando información de
manera muy atractiva, hasta quedar el plan completamente claro en los
últimos diez minutos. Un plan, que si bien no vamos a ver en otro
lado fuera de esta serie, es lógico y verosímil, ya que
la academia resultaba ser una manera perfecta de conocer hombres solitarios,
además de permitir hacer algunos mangos. O sea, una idea que es
todo lo efectiva y encantadora que la premisa de The thirteenth hole no
es. El twist de que Chester Reade sea la mastermind ("El Comandante"),
es un plus adicional, ya que el personaje había hecho maravillas
con su actitud errática de borrachín durante todo el episodio,
en especial cuando "dirige" a la "banda". ¿Usará
el mismo grabador de cinta abierta que apareció en Room
Without A View, Small Game For Big Hunters
y Honey For The Prince?. La contienda final
es completamente lúdica, ya que Steed y Emma se impregnan del espíritu
de baile a la hora de pelear. Y para un episodio en el que la danza es
un presencia importante, nada mejor que ese tag de ensueño,
en el que además, por primera vez, repasan lo intrincado de la
trama, algo que volverían a hacer en el siguiente episodio, The
Danger Makers.
No todo son flores. La regla de no sangre otra vez se vuelve absurda
cuando el tatuador recibe a quemarropa un disparo en la sien, lo que debería
haberle volado los caramelos del frasco. Ni hablar de que jamás
podría haber tenido unos segundos de agonía para escribir
un mensaje en el embutido. Como compensación, la falta de sangre
les permitía filmar muertes violentas como esta. Y en cuanto a
la música, si bien no tengo ningún problema con el vals
que hizo Laurie Johnson, su aproximación al tango es la "internacional",
o sea, un ritmo de marcha bien marcado, lo cual para cualquier argentino
que tenga incorporado el 2x4 es bastante molesto. Pero estas cosas no
dejan de ser detalles para un episodio paradigmático de lo que
fueron los mejores Vengadores. Desde aquí hasta el final de la
temporada, con la excepción de How To
Succed... At Murder, la serie mantendría un alto nivel.
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