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escribe Mackidockie
Episodio dedicado a mostrar las virtudes del golf... o como ganar
un partido haciendo trampa en 10 cómodas lecciones. Todo se inicia
tras la muerte de un colega de Steed, cuya misión consistía
en vigilar a un científico, el Dr. Adams. Las pistas halladas conducen
a Steed y Emma a un campo de golf, del cual es asiduo el científico,
quien junto a otros jugadores de golf, en particular Reed, parece estar
demasiado obsesionado en ganar un simple torneo. Una vez dentro del club,
Steed y Emma, flamantes socios, despliegan sus "dotes" para
pegarle a la pelotita, al mismo tiempo que vigilan disimuladamente cada
movimiento del grupete. Por lo visto Emma no disimula mucho, ya que es
atacada por un carrito salido de la nada y sin conductor. A pocos metros,
Steed descubre un rifle entre los palos de golf de Reed, compañero
inseparable del Dr. Adams. Notando que la vigilancia de Steed y Emma es
infalible (¡síííííí!)
Reed y Adams arreglan un corte de luz para poder escaparse. Pero la persistencia
de nuestros chicos es asombrosa, tanto que Emma se enfrenta puño
a puño con Collins, el secretario del club, quien halla la muerte,
pero no de manos de Emma (ta' bien que la chica sea medio bessstia, pero
no es pa' tanto), sino a través de una pelotita de golf, cuyo logo
empresarial PINTADO CON PINTURA COMUN Y CORRIENTE, queda marcado a fuego
en la cabeza de Collins (¡qué pintura poderosa venden en
Inglaterra!, ¿será de otro mundo?, mmmmm). Enterada de que
Reed piensa ganarle a toda costa a Steed, para poder jugar la final con
Adams, Emma oficia de hada madrina del "pequeño John"
durante todo el partido Reed vs. Steed (¡la pelea del año...
en esta esquinaaaa...!). Como lo prometido es deuda, una vez vencedor,
Steed recibe el correspondiente pelotazo en su cabeza, el cual rebota
en su super optimista sombrero blindado (¡otra que el Inspector
Gadget!), y sólo logra despeinarlo. El partido final muestra a
un Steed muy interesado en cortar el pasto con una tijerita para que no
interfiera en la trayectoria de su pelota (¡ese es mi muchacho,
siempre en la joda!), y antes de que pueda ser advertido por Emma de los
verdaderos planes de estos golfistas, Reed la conduce a punta de pistola
a su escondite bajo tierra. Allí, el Coronel Watson le explica
sus traidores planes y cómo Steed no llegará al hoyo trece.
A todo esto, nuestro astuto Steed divisa la mina escondida en el hoyo
doce, y para evitar volar en pedacitos, sigue jugando, pero al "golf-pool",
o "pool-golf", o como sea. Sólo resta atrapar a la pandilla
con la ayuda de Emma y su fuerza para romper sillas (ahí sí
estuvo medio bruta), para luego retirarse vencedores con el mejor de los
premios: ¡una botella de champagne!
Lo único que resta por comentar de este episodio sin atractivos
fuera de los que nos suele brindar esta serie es el espectacular vestuario
de Diana Rigg y el sentido del humor de Patrick Macnee, para lograr hacer
de un episodio dedicado a un deporte tan aburrido como el golf algo verdaderamente
entretenido.
escribe Pablo Alonso
Para pasar datos por satélite al enemigo no había
ninguna necesidad de montar toda la farsa del golf, demasiado over
the top incluso para los estándares de la serie. Este problema
básico de verosimilitud, sin el encanto ni la originalidad de otras
ideas de pantallas para actividades de espionaje como en Quick-Quick-Slow
Death, sumado a la ausencia de personajes interesantes (en especial
el irritante por lo insulso del rol Dr. Adams,), y cierta
falta de dinamismo, lo hace (junto con Man-Eater
of Surrey Green y Small Game For Big
Hunters) uno de los episodios menos interesantes de la época
Emma Peel. Otra cosa que no va es lo torpe que resulta Emma en un par
de peleas, como cuando de manera innecesaria y exagerada salta por encima
de un escritorio para caer sobre Jackson cuando ya lo tenía casi
derrotado, terminando con la huída del villano. Por supuesto que
al ser un episodio de esa era, tiene algunos puntos básicos como
la interrelación Steed-Emma, algunos momentos en que Macnee se
roba la pantalla, como sus excentricidades a la hora de jugar al golf,
y muy buena música de Laurie Johnson, presentando un nuevo arreglo
con xilofón del leit motiv. Pero no mucho más. Pensar que
Tony Williamson y Roy Baker son los mismos que nos dieron Too
Many Christmas Trees.
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