|
Epílogo
Después
de analizar cada una de estas convergencias y divergencias en forma absolutamente
minuciosa, uno termina con la convicción de que por cierto, John
Steed y Patrick Macnee ofrecen uno de los análisis comparativos
más jugosos que pueden establecerse entre actor y personaje. Sin
embargo estamos seguros que Patrick sería capaz de decir mucho
más aún.
Más allá, no obstante, de los muchos y
variados apuntes que pudiéramos tomar, nos queda la refrescante sensación
de habernos detenido durante un buen rato, con uno de los personajes más
fascinantes de la televisión británica, que por algo ha sido visto en
más de 130 países alrededor del mundo y hoy su nombre resuena como el
de un ilustre conocido de todos.
Steed es un clásico indiscutible, sólo
reservado para la pantalla chica y para un solo hombre: Patrick Macnee.
Y no vamos a terminar esta nota sin darle la última palabra a ese hombre,
que define cabalmente la esencia de su eterno personaje quizás mejor de
lo que se definiría a sí mismo:
“Lo que hay que recordar
sobre Steed es que no es un aristócrata. De hecho, a pesar de su ropa,
en realidad es un representante del anti-establishment. El aspecto británico
de Steed radica más en el tipo de persona que ha sido parte de Inglaterra
a través de todas las generaciones. Es un individualista peculiar, un
hombre que por fuera es profundamente excéntrico, pero por dentro sumamente
controlado. Un hombre que no es cínico pero al mismo tiempo, un hombre
que puede ser serio del modo más trivial y bromista”. Entrevista
a Patrick Macnee, publicada en “The Daily Telegraph”, 23 de mayo de 1998.
Mil gracias a Mona, Biff y a tantos
otros Steedófilos en Estados Unidos y distintas partes del mundo, porque
muchas de las reflexiones aquí expuestas están basadas en infinitos debates
vía email que venimos manteniendo desde hace casi un año. Terylene,
enero 2001
|