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Un Balance Más Que Positivo
Con
62 años, y habiendo formado parte del elenco de 43 obras de teatro (12
de ellas de Shakespeare), 12 películas para la pantalla grande, 2 protagónicos
en series de televisión, 26 participaciones en películas para la televisión
y miniseries y otras tantas como actriz invitada y anfitriona de programas
especiales, Diana siempre ha expresado una clara preferencia por el teatro.
Ella opina que la gente concurre al teatro
a creer y el actor debe responder lo mejor que pueda a esa creencia, a
través de su personaje. Su definición de la actuación es: "Proceso
de encontrar la verdad dentro del personaje e interpretarlo de tal manera
que se pueda sostener la creencia generada en el espectador".
Así y todo no le gustaría que sus grandes
interpretaciones en el teatro fueran capturadas en video, porque lo especial
del teatro es que si el recuerdo vive, vive en la memoria en forma intacta,
porque es imposible volver a ver una representación exactamente de la
misma forma en que se la vio la primera vez. En cambio, con una película,
al volver a verla, se pueden llegar a encontrar cosas negativas en ella,
y se pierde así la adoración que se tenía por ésta. Piensa que el teatro
seguirá atrayendo a la gente durante muchos años más, por el simple hecho
de presentarse en vivo, a menos que la mentalidad humana cambie muy profundamente.
Diana siempre ha amado la audiencia en
vivo, y no puede entender que algunos actores le digan que no les gusta
mirar a esa audiencia. Lo que más le agrada es la comunicación que se
genera con el público, porque incluso los que están dormidos te están
diciendo algo. Y el milagro para ella, es que en esta época en que la
gente puede sentarse en su casa a ver televisión o ir al cine, aún sigan
yendo al teatro donde tienen que usar su imaginación y pagar una fortuna
para hacerlo.
Sus recuerdos y sentimientos con respecto
a Los Vengadores no son exactamente nostálgicos. Su profunda amistad
con Patrick Macnee continúa, pero rara vez se sienta a mirar el programa.
"Me pongo susceptible
ante la sugerencia de que ‘Los Vengadores’ fue la cumbre de mi carrera
profesional". Diana Rigg, citada por Ronald L. Smith, "Femmes
Fatales", USA, Vol. 7 Nro. 4, Setiembre 1998.
Cuando hoy en día se le acercan hombres
de mediana edad a decirle que se acuerdan de cuando eran niños y la veían
como Emma Peel, siente un poco de indignación, porque le gustaría que
la recordasen por algo más que por haber sido Emma Peel.
Su hija Rachael, hoy de 23 años, ha seguido
los pasos de su madre sin que Diana la haya obligado o la haya educado
con ese propósito. A Diana le gustaría protegerla de las desilusiones
y los fracasos que sólo se conocen después de haber pasado una vida en
el teatro, pero sabe que no puede, y por eso tampoco intentó disuadirla
de la profesión que eligió.
Rachael, a diferencia de su madre, optó
por dar sus primeros pasos en su carrera a través del cine. Trata de mantener
en anonimato su parentesco con Diana, y a pesar de ello, durante un año
los fotógrafos estuvieron persiguiéndola, incluso para que pose con uno
de los famosos "cat" suits que alguna vez usara su madre. Para
Rachael, vestirse como Emma Peel es la antitesis de lo que quiere ser
y de lo que quiere hacer.
Rachael no está buscando valerse de todo
lo que su madre ha logrado, y ni siquiera lo intentará. Sabe que ahora
que ha comenzado su carrera tendrá que llenar ciertas expectativas que
no están fundadas en ningún trabajo que ella haya hecho, sino simplemente
en el hecho de ser la hija de Diana Rigg.
En cuanto a la vida personal de Diana,
a sus 62 años se encuentra sorprendida de ser una mujer con dos divorcios
en sus espaldas, ya que ella siempre imaginó que se casaría a una edad
madura y que mantendría su matrimonio, una institución muy loable a su
entender. Piensa que a medida que se envejece, es posible llegar a la
conclusión de que el matrimonio--dos personas viviendo juntas por 40 ó
50 años--es un milagro.
"No pienso casarme por
tercera vez ni en un millón de años. No me veo capaz de abandonar mi libertad
de hacer lo que quiero cuando quiero, sin rendirle cuentas a nadie".
Diana Rigg, citada por Grace Bradberry, The Times Newspaper, 3 de Mayo
de 1999.
Nunca pensó en rebelarse contra la vejez,
aunque sí espera envejecer con gracia. Lo único que le disgusta es pensar
en el día en que su cuerpo no responderá. Le tiene miedo a enfermedades
como el Alzheimer, la ceguera, ser una carga para su hija. Y por eso es
que ambas hicieron un trato: cuando Diana se ponga difícil de manejar,
su hija Rachael deberá ponerla en una asilo de actores, que Diana eligió
especialmente por tener un bar.
Diana admite que no concurre a misa todos
los domingos, pero sí de vez en cuando, porque cree en Dios. Le gusta
mucho cantar y escuchar los himnos religiosos y piensa en Dios como una
fuerza que a veces suele cometer errores terribles, pero a pesar de ello
no se puede pasar por la vida sin creer en Él. Durante sus períodos difíciles,
esa Fuerza fue la que la sostuvo.
Tantos años en escena han permitido que
muchos la consideren como la actriz trágica más grande de Gran Bretaña.
En las pocas entrevistas que brinda (sólo a hombres, luego de que en 1992
una periodista tergiversara un comentario que Diana hizo sobre Joely Richardson,
quien había protagonizado un romance con el entonces marido de Diana,
Archie Stirling), impera el temor y el respeto, más que el afecto, y hasta
ha llegado a generar cierto temor en actores que trabajaron por primera
vez a su lado.
Pero todo eso se disipa al escuchar su
exquisita voz (la más hermosa del mundo, según Patrick Macnee), al ver
la sonrisa en sus ojos y la forma graciosa en que sus cejas se levantan
inquisidoramente.
Sin embargo, ella nunca se consideró una
actriz trágica, ya que en su opinión solamente aquellos actores que se
toman a sí mismos seriamente llegan a ser buenos en la tragedia. Todas
estas cualidades difíciles de encontrar en una sola persona y en una sola
actriz (considerando que los actores están todos locos), fueron las que
me llevaron a sentir un gran cariño por Diana (Di para los más íntimos)
desde la primera vez que tuve la oportunidad de ver un episodio de Los
Vengadores, y con el tiempo, a sentir una profunda admiración por
su trabajo y por su forma de encarar la vida.
Creo que la frase que mejor resume el porque
de mi admiración, y al mismo tiempo culmina esta biografía es una pronunciada
por Diana durante una entrevista, que dice más o menos así:
"No podría vivir la vida
de una sex symbol o de una reina del cine. Pase lo que pase no caeré en
esa trampa. Siempre he hecho las cosas más ridículas y extremas. Haga
lo que haga es porque mi apetito está en busca de ello...(...) ...me gusta
divertirme un poco fuera de aquello en lo que esté trabajando. Necesito
antídotos para aliviar el aburrimiento. Los errores me gustan porque llaman
mi atención. Pienso que es una lástima que tanto los críticos como la
audiencia y a veces los actores insistan en que seas consistente."
Diana Rigg, citada por Ronald L. Smith, "Femmes Fatales",
USA, Vol. 7 Nro. 4, Setiembre 1998.
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