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escribe Juana Kenis
John Steed tiene un nuevo auto. Es un auto de colección.
Cathy Gale publicó un artículo en una revista... ¿especializada?.
Steed se muere por explicarle a Cathy todo sobre su nuevo auto. Cathy
no tiene el menor interés en explicarle a Steed nada sobre su artículo.
En cambio está entusiasmada porque Sir Cavalier Resagne, un historiador
especialista en la edad media, leyó su sesudo análisis sobre
la influencia medieval en la moda y la invitó a su casa-museo para
conversar sobre ello. Como no podía ser de otra manera, Steed se
ofrece a llevarla. ¡Realmente quiere mostrarle su auto! Cathy acepta
a regañadientes y así comienza su viaje hacia un fin de
semana de pesadilla.
Sir Cavalier no está en casa, por el momento, pero la Sra. Gale
es esperada y mientras Sir Cavalier esté ausente, Ola Monsey-Chamberlain
será la anfitriona. Ola... una extraña joven. Le gusta el
italiano pero odia el tenis y tiene (al menos) dos caries. Además,
es actriz... o quiere serlo. En su familia hubo monjes, piratas, jueces,
soldados, pero no contrabandistas. Y tiene (al menos) dos caries. Sr.
Steed, ¿no será Ud. dentista, por casualidad? Steed la observa,
un poco confundido, un poco divertido. Mientras se prepara para irse,
trata de decidir si Ola es sólo una chica desorientada o está
absolutamente del tomate. No puede llegar a una conclusión definitiva,
pero cuando se marcha hay un dejo de preocupación en su mirada.
El lunes volverá por Cathy. ¡Buena suerte, Sra. Gale!
Es de noche ya y Sir Cavalier no regresa aún. Algo lo demora.
Ola sirve la cena y se marcha también. Ahora Cathy queda sola en
la inmensa y poco acogedora casona, atiborrada de objetos antiguos: candelabros,
armaduras y maniquíes con máscaras, entre otras rarezas.
Y comienzan a ocurrir cosas extrañas. Flores que aparecen y desaparecen,
libros que cambian de lugar, teléfonos que suenan sin estar conectados,
campanillas que tintinean, una fotografía de Cathy despedazada.
Y en medio de todo, la visita inesperada de un joven que parece estar
tan chiflado como Ola. Un joven que termina asesinado en la casona. Obviamente
Cathy no está sola. ¡Quién más está
en la casa? ¿Qué busca? Cathy está inquieta. Pero
su inquietud se eleva a la categoría de verdadero temor cuando
descubre que el misterioso intruso es... ¿quien ? Oh, sí,
a su memoria llega una fecha: verano de 1963, un lugar: Berlín
y, por fin, un nombre: Martin Gurdmann, un detestable traidor que lucra
con la desesperación de refugiados que escapan de quien sabe qué
horror. Steed y Cathy ayudaron a atraparlo y ahora Martin, fugitivo de
la justicia desde hace 3 días, quiere vengarse. Y casi lo logra
si no hubiera sido porque Steed lee el diario, suma dos mas dos y regresa
a la casona antes de tiempo. Entra sin que lo vean, se pone una de las
máscaras y así disfrazado enfrenta sin previo aviso a Martin,
que queda paralizado por el asombro cuando está tratando de acabar
con Cathy. Rápido en sus reflejos, Steed lo noquea y la pesadilla
llega a su fin.
Don't Look Behind You es, en mi opinión, uno de los mejores episodios
de Los Vengadores. Una atmósfera densa y oscura comienza a envolvernos
a todos, protagonistas y espectadores, apenas Ola abre la puerta de la
residencia de Sir Cavalier y no nos abandona hasta el final. Y, para compensar,
tiene pasajes encantadores. Ver a Steed disfrutando de su nuevo-viejo
auto como un chico con un juguete nuevo, saludando con su sombrero en
alto a los parroquianos que salen a alentarlos en su viaje, ver a Cathy
a su lado que ríe abiertamente mientras el viento juega con su
ropa y sus cabellos, es simplemente una delicia.
Además, en este episodio, como en otros, se pone en evidencia
que la relación entre Steed y la Sra. Gale se basa casi exclusivamente
en un resignado reconocimiento de las falencias mutuas. A pesar de que
a veces parece intentar olvidarlo, Cathy tiene la convicción de
que John Steed es un manipulador y no confía en él. "Lo
supiste todo el tiempo" dice indignada en medio de su angustia, cuando
encuentra que Steed volvió por ella antes de lo convenido. "No,
sólo lo sospeché cuando supe que Martin había escapado
y que Sir Cavalier estaba afuera, en una conferencia" se defiende
su compañero de aventuras. Steed siempre tiene que dar explicaciones,
y ni aún así puede convencer a Cathy de su buena fe. Pero
nuestro héroe se las trae. Hacia el final de su odisea Cathy, con
el rostro aún crispado por el miedo, parece esperar de Steed una
palabra amable, un gesto cálido, algo que la ayude a superar el
mal momento pasado. Espera en vano... "mi Dios, te parece que lo
asusté? " es todo lo que a John Steed se le ocurre decir mientras
mira al villano que yace inmóvil en el suelo. Nada más.
¡Cathy no puede creerlo!
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