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Antes De Los Vengadores
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Apurate Patrick... ¡La Fama Te Espera!

Cuando se unió a la Royal Navy en 1942, Patrick estaba convencido de que la guerra no duraría más de un mes y que por ende, sería desmovilizado muy pronto. Hubieron de pasar cuatro interminables años para que sus deseos se vieran satisfechos.

Como tantos miles de soldados, Patrick retornó a la vida civil con su moral destruida, con terribles dudas y aflicciones y con la desoladora perspectiva que ofrecía la falta de trabajo. Una de las primeras instituciones en sufrir esa debacle emocional fue su propio matrimonio, que cayó cuesta abajo en forma exponencial. Lo único que aumentaría en el mismo sentido, sería el consumo de alcohol que nuestro ex-teniente había incorporado a su vida.

No obstante en 1947 nacería Rupert, el primer hijo de Barbara y Patrick, quienes tres años después serían nuevamente bendecidos, esta vez, con una hija: Jenny. Eran épocas sumamente difíciles e inestables para el flamante papi, que luchaba incesantemente por imponer su nombre en los programas de teatro y más de una vez sobrevivía junto a su mujer a base de una obligada dieta vegetariana.

Atrás, muy atrás habían quedado las épocas de la opulencia de Rooksnest. La guerra había arrasado con la economía del país, Daniel Macnee había perdido todos sus caballos, la temible Uncle Evelyn estaba a punto de morir y la mamá de Pat ahora tenía una nueva amante, circunstancia que le había costado su expulsión y destitución de lo poco que quedaba de Rooksnest. Eran tiempos de total bancarrota para todos.

Patrick aceptaba cualquier clase de papeles, aunque fuera de extra y así ingresó a la pantalla grande, a través del film "The Elusive Pimpernel", protagonizado por su "primo" David Niven. Contrariamente a lo que fue divulgado durante muchos años, Patrick Macnee y David Niven nunca fueron primos. Sólo se trató de una treta que la madre de Pat había inventado para encubrir ante Evelyn una aventura amorosa con el hermano mayor de Niven.

Alternando entre teatro y papeles de extra en el cine británico, a través de películas estelarizadas nada menos que por Laurence Olivier, Jean Simmons y otras ilustres luminarias, y anteponiendo una fuerza de voluntad admirable, Patrick lentamente fue conociendo más y más gente. Y obtuvo más y más papeles, en tantas obras que sería imposible enumerar.

Pero la prosperidad estaba aún muy lejos, tanto, que un buen día de 1952 recibió una insólita propuesta: "Pat, ¿porqué no probás en Canadá? ¿Alguna vez oíste hablar de la nueva televisión canadiense?". Dudamos que Pat por aquellas épocas, haya sabido incluso lo que era la incipiente televisión.

Canadá quedaba del otro lado del océano, el costo del pasaje aéreo era una exorbitancia para el atribulado bolsillo de este padre de familia, su precaria situación doméstica sin duda daría un vuelco aún más desfavorable... pero Patrick cedió. Desesperado por conseguir un trabajo estable, le dio un beso a Barbara, abrazó emocionado a Rupert de 5 años y Jenny de 2, se guardó un pedazo de Inglaterra en lo más recóndito de su alma y con menos de 10 libras en el bolsillo se lanzó a la aventura, en el que sería el primero de sus cientos de vuelos transoceánicos que de ahí en más efectuaría entre el Viejo y el Nuevo Continente.

"Registrándome en la primera de las muchas YMCA en las que viviría durante los siguientes ocho años, pasé esa primera noche en Canadá sintiendo frío, nostalgia y un total desaliento acerca de mi futuro". Patrick Macnee, "Blind In One Ear", p.167

Toronto, según cuentan, una de las ciudades más bellas de Canadá, albergaba los estudios de la Canadian Broadcasting Corporation (CBC), en los que Patrick recaló para ser bienvenido por un tal David Greene. Aunque el edificio que ocupaban esos estudios "no era más grande que un gallinero" (Pat, sic), puede decirse que constituía un verdadero semillero, que además de Patrick, también acogió a tres canadienses desconocidos, William Shatner, Lorne Greene y Christopher Plummer y a otro inglés, Barry Morse. Con el tiempo, estos viejos compañeros de andanzas de Patrick, se volverían tan famosos como él.

El loco productor David Greene (sin parentesco alguno con Lorne, la futura estrella de "Bonanza") le prodigó a sus niños mimados mucho más trabajo del que jamás hubieran imaginado: shows televisivos, obras teatrales y hasta radiales fluían a montones. Pero eso no era todo; Patrick tampoco desaprovecharía ciertas oportunidades que le brindaba el teatro inglés y habría de volver temporariamente a su país en repetidas ocasiones.

Tiempo después las ofertas llegarían también desde USA, pero dado a su condición de extranjero, sin el permiso de trabajo adecuado Patrick no podría intervenir en ninguna producción de origen norteamericano. Así que una vez que sus papeles estuvieron en regla, las puertas estadounidenses se le empezaron a abrir poco a poco y su joven rostro hasta supo aparecer en super-clásicos televisivos como "The Twilight Zone" ("La dimensión desconocida"), "Alfred Hitchcock Presents" y "One Step Beyond" ("Un paso al más allá").

Intentar detenerse en el período de la vida de Patrick Macnee que va entre 1952 y 1960, implicaría sumergirse en un vertiginoso frenesí en el que cualquier aventura de cualquier tipo sería válida. Si las carreteras yanquis hablaran, seguramente nos contarían sus historias sobre Pat, tratando de conservar la derecha en vez de la izquierda como en Inglaterra y zumbando a través de ellas de norte a sur y de este a oeste, al volante de viejos modelos de segunda mano que solía dejar abandonados por ahí tan pronto como le fallaban los frenos o perdían alguna rueda. Pero si no quedaban destartalados a medio camino, esos carromatos eran sus compañeros ideales cuando debía correr tras ofertas de trabajo que podían provenir tanto de Hollywood como de Nueva York, Toronto o Vancouver. Fueron 8 años que seguramente le pondrían color a la existencia completa del individuo más aburrido del mundo. Lo cierto es que durante todos esos años Patrick no pudo quejarse por la falta de oportunidades, aunque el estrellato aún estaba tan lejos como los mismos astros del firmamento.

Nadie pondría en duda que Patrick fue por aquellos años, uno de los verdaderos prototipos que su gran amigo Peter Fonda personificaría en la década siguiente a través de la película "Easy Rider" ("Busco mi destino"). Más aún, cansado de vivir en pocilgas de cuarta, donde un inquilino podía muy bien ser acuchillado enfrente de su habitación, Patrick encontró una mísera cabaña en las playas de Topanga, al norte de Los Angeles, que pasaba por "hogar" y allá fijó su residencia cuasi-permanente.

Demás está decir que también fueron épocas de total exaltación para su vida privada, ya que no escatimó ardorosos romances con una larga lista de mujeres, sin descartar las casadas y sin lograr jamás con ninguna de ellas, su tan ansiada estabilidad emocional. Tampoco escatimó contactos con personalidades influyentes del espectáculo y con estrellas de cine y TV, tanto surgentes como establecidas, aunque nuestro errante inglés también fuera un modesto representante de la primera de esas categorías.

Del otro lado del Atlántico, no obstante, los remordimientos tironeaban a Patrick por el lado más doloroso. Destrozado por el alcohol, su padre había finalmente sucumbido y su madre, envejeciendo y cada vez más en bancarrota, sobrevivía a expensas de sus bebidas y sus ocasionales amantes de ambos sexos. El tan temido divorcio de Barbara a la postre se había hecho realidad y en el medio quedaban dos chicos en pleno crecimiento, Rupert y Jenny, que para Patrick eran poco menos que ilustres desconocidos. Desde entonces y hasta hoy, el futuro John Steed asumiría un culpable sentimiento de deserción familiar que le ha dado vueltas por la cabeza con el mismo dolor como si se tratara de una apretada corona de espinas.

Quizás ese sentimiento de culpa y una breve pero idílica visita de Rupert a California, que habría de culminar en una lacrimógena despedida entre padre e hijo, hayan sido los detonantes para que Patrick empezara a apilar dólar tras dólar hasta poder pagarse un pasaje, de ida solamente, a su país natal.

"... Fui a ver a un clarividente de Huntington Beach, California. Me dijo que mi fortuna mejoraría si me volvía a Londres". Patrick Macnee, "The Avengers And Me", p. 9 

Así fue como en abril de 1960, con 38 años a cuestas, el ya ciudadano norteamericano Daniel Patrick Macnee aterrizaba en Londres, ostentando la "abultada" suma de 400 dólares en su haber y dispuesto a demostrar que el refrán que dice que nadie es profeta en su tierra, muchas veces carece de fundamento lógico. El tiempo se lo demostraría.

No nos engañemos: aunque ya decía "apartment" en lugar de "flat", "subway" en lugar de "underground" y el sur de California había quedado guardado celosamente en su alma de bohemio (el tiempo también se lo demostraría) las raíces inglesas de Patrick se mantenían intactas.

Por eso cuando le propusieron producir una serie de documentales basados en la vida de Sir Winston Churchill, toda una leyenda viviente al despuntar los ’60, aunque pasmado, asintió inmediatamente. Su asombro se debía, principalmente, a que por primera vez habría de tomar las riendas del espectáculo como productor asociado en vez de actor. Y en verdad se encontró muy cómodo en su nuevo rol: "The Valiant Years" no sólo tuvo su discreto éxito, sino que le prodigó a Patrick una tranquilidad económica que hacía rato ansiaba con todas sus ganas. Esa tranquilidad, aunque modesta, le permitió también destinar una gran parte de su sueldo para la crianza de sus hijos, tal vez en el primero de sus muchos intentos de enmendar una conducta que como padre, siempre consideró insensible y absolutamente irresponsable.

Y mientras transitaba apaciblemente por los caminos de su vida de divorciado junto a una serie de damiselas semi-estables, finalmente EL DIA para Patrick, ese día que todo ser humano sueña y que todo actor considera siempre inalcanzable, estaba sólo a un paso de tocarle el timbre.


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