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La Vocación, El Amor, La Guerra... ¿Qué
Más?
Lo único valioso que Patrick debe haber
rescatado a través de 12 años de educación como pupilo, fue la posibilidad
que tuvo en reiteradas oportunidades de canalizar sus evidentes cualidades
histriónicas en pequeñas representaciones estudiantiles. Desde los 8 años,
en que representó su primer papel como el personaje shakespearano Enrique
V, junto su compañerito de escuela Christopher Lee (uno de los futuros
"nenes" del cine de terror) Patrick decidió que contra los deseos
de sus padres, de Evelyn y de todo el mundo, él sería actor. Si no fue
la única firme determinación que tomó en su vida, sin duda debe ser la
más enérgica. Y su padre tuvo que aceptar que Patrick jamás sería jockey,
porque ya en los albores de su adolescencia, sus músculos comenzaron a
estirarse de modo formidable y de hecho su estatura sería demasiado elevada
como para dedicarse al turf. Aún así, Patrick ayudó en lo que pudo a su
padre y aprendió a montar y manejar un caballo con asombrosa destreza,
creando una pasión que conservaría incluso durante su adultez.
Acostumbrado a la fuerza a moverse en un
lunático ambiente "hogareño" en el que su sexo era despreciado,
no resultaría sorprendente aceptar que Patrick creció alimentando un gran
recelo hacia las niñas de su edad. Y si a ello le sumamos el hecho de
haber sido educado en establecimientos exclusivos para varones, obtendremos
una cabal noción de la torpeza y timidez que como adolescente desarrolló
en sus relaciones con el sexo opuesto.
Pero Patrick nunca fue de palo y siempre
estuvo muy seguro de sus cualidades varoniles. Tenía 17 años y era un
apuesto muchacho de grandiosa estatura cuando su paso por Eton terminó
abrupta e ignominiosamente en una expulsión. A la par de su excelente
desempeño estudiantil, Patrick se había convertido, como muchos de sus
condiscípulos, en corredor de apuestas en las carreras de caballos de
su padre ¡y en traficante de revistas pornográficas! Motivos más que suficientes
para que el director del establecimiento le señalara la puerta grande
(de salida) a apenas semanas de su graduación.
Era 1939 y aunque el mundo comenzaba a
hundirse progresivamente en lo que sería la Segunda Guerra Mundial, Patrick
se entregó a los efímeros placeres que les fueron deparados a los jóvenes
de su generación. El poderío de Evelyn sobre él había cumplido su ciclo
y aunque el tajo abierto era demasiado grande como para cerrarse, Patrick
trató de relegar Rooksnest y todo lo que ello implicaba, hacia el lado
menos explotado de su cerebro.
"Tenés a tu padre y a mí con vos, cariño. Una combinación
letal que sólo puede traer un gran éxito o la ruina completa".
Dorothea Henry Macnee, citada por Patrick Macnee, "Blind In One Ear",
p. 91
Decidido contra viento y marea a iniciar
su carrera de actor, mientras su padre acariciaba sus caballos con una
mano y empuñaba la botella de ginebra con la otra, y mientras su madre
permanecía consagrada a los encantos del alcohol y su amante Evelyn, Patrick
ganó una beca en la Webber-Douglas School of Drama.
Sorprendido por la escasez de estudiantes
masculinos (en realidad, habían partido para la guerra) nuestro incipiente
galán que aún no tenía edad para ser soldado, disfrutó plenamente de la
presencia de sus compañeras y nada lerdo para fijar la vista, clavó sus
juveniles ojos grises en una rubia alta de "rasgos perfectos":
Barbara Douglas.
Una sucesión de pequeños papeles teatrales,
alternados con las horas de clase pasadas en la Webber y un metejón cada
vez más encendido con una aparentemente indiferente Barbara, fue lo que
adornó la vida de Patrick entre 1940 y 1942. Pero eran épocas terribles
particularmente para los ingleses. La furia de los aviones de la Luftwaffe
hizo desatar miles de bombas que cayeron insistentemente sobre Londres
durante meses, destruyendo vidas y bienes materiales con idéntico ensañamiento
y crueldad.
La miseria, la ansiedad y la incertidumbre
que se vivían por aquellos tiempos hicieron mella en la vapuleada estabilidad
emocional de Patrick, que ya por ese entonces, había aprendido a descorchar
botellas y abrir paquetes de cigarrillos con la misma habilidad que sus
padres. De tal palo tal astilla.
Finalmente, cuando la gran ocasión de actuar
junto a su adorada Vivien Leigh (la heroína de "Lo que el viento
se llevó" y "El puente de Waterloo") le guiñaba graciosamente
el ojo, su llamado a filas fue despachado por expreso y con aviso de retorno
y Patrick, con apenas 20 años, tuvo que entregarse a su país como marinero
de la Royal Navy, la Marina Real.
Enredado ya en un noviazgo formal con Barbara,
su despedida pareció ser sacada de un guión cinematográfico: un tren repleto
de soldados que se aleja con rumbo desconocido, miles de pañuelos que
se agitan en el aire, rostros cubiertos de lágrimas y la eterna pregunta
de siempre: ¿vale la pena?
"Había sobrevivido la escuela primaria, Eton, Rooksnest
y el desastroso matrimonio de mis padres. ¿Pero sobreviviría la guerra?
Patrick Macnee, "Blind In One Ear", p. 104
Patrick se bajó del tren en Gales y junto
a sus compañeros comenzó a recibir entrenamiento tras entrenamiento. En
su primera incursión a mar abierto, se dio cuenta amargamente que su estómago
no era el más indicado para un marino, por lo que al menos al principio,
tuvo que procurarse de un balde que continuamente llevaba consigo... y
lo salvaba de situaciones embarazosas. No obstante, asumió con patriotismo
su nuevo rol de actor en el que sería uno de los papeles más dramáticos
de su vida como hombre.
Después de seis semanas de rudo entrenamiento,
Patrick aprovechó una breve licencia para cumplir un ritual que no era
nada extraño en aquellas épocas: casarse con su novia Barbara Douglas
y retornar al frente de combate luego de haber pasado su noche de bodas
en un hotel. Corría noviembre de 1942 y el suyo fue y sería el típico
matrimonio de guerra.
Pronto recibió el grado de oficial y fue
destinado a las MTB, lanchas torpederas pertenecientes a las British Light
Coastal Forces (Fuerzas Costeras Ligeras Británicas) que habrían de custodiar
el Canal de la Mancha. El ya Sub-Teniente Macnee tenía la autoridad suficiente
para comandar su propia lancha, la MTB 434 y a los 21 años se encontró
con la terrible responsabilidad de tener que conducir a sus hombres por
las tenebrosas aguas del sur de Inglaterra.
La misión de las MTB consistía en defender
el Canal de toda incursión naval alemana, desde los E-Boots hasta el mismísimo
Scarnhorst, que para gran alivio de Patrick, nunca apareció por esas aguas.
Sin embargo, una noche de 1944, la MTB 434 fue atacada y hundida en plena
misión por una nave escolta alemana. Debe haber sido algún toque de la
Providencia el hecho de que el ahora Primer Teniente Macnee no se encontrara
a bordo. Pocos días antes, Patrick había sido admitido en un hospital
de Chichester, con un cuadro de bronquitis. Y si bien la mayor parte de
la tripulación fue rescatada, el sentimiento de impotencia, vergüenza
y perplejidad que envolvió a Patrick, persiste en su mente hasta el día
de hoy.
"La guerra llegó a su fin y mis pensamientos comenzaron
a retornar hacia el teatro... Todo el mundo sonreía y había un inmenso
sentimiento de alivio. Pero ante todos nosotros yacía la desalentadora
tarea de reconstruir nuestras vidas rotas en un mundo devastado. Sólo
podía agradecerle a Dios por haber sobrevivido". Patrick Macnee,
"Blind In One Ear", p. 135 |